En junio de 2011, decidí sumarme a un proyecto político, más por necesidad que por convicción, pues nunca quise ligar mi vida como personaje de este mundo. Tanto es así que mis artículos siempre han intentado ser opiniones apartidistas y todo lo objetivo que la honradez del subjetivismo me permitía. Entrar en aquella agrupación de la mano de mi amigo de la infancia, fue generando una ilusión en mí que no pensé que pudiera perdurar tantos años. De hecho, fue la condición que propuse a Miguel Molina, que sólo estaría por 4 años. Pero esa ilusión traspasó más allá de los pocos adeptos que se acercaban por la sede andalucistas durante esos cuatro años, y dio la primera Alcaldía al Andalucismo en Barbate. La sensación de haber sido parte de la Historia de mi pueblo fue enorme, tanto así que no pude cumplir mi palabra de retirarme de la política, pero en cambio sí sentí el orgullo de esa ilusión que un día me creó el trabajar con apenas unas 10 personas, y que logramos trasladar a prácticamente todo un pueblo en 2019, alcanzando un resultado electoral brutal.
Sin embargo, cuando giro la cabeza y miro aquellos días que comenzaron en el 2011 y recuerdo nuestras risas y complicidad de aquel puñado de compañeros que trabajábamos teniendo como objetivo una utopía que se hizo realidad, veo con añoranza la limpieza de las miradas y las acciones de quien entonces estábamos buscando sólo y únicamente que nuestro pueblo recobrase la alegría. Recuerdo aquella compañera que fue mi ‘cicerone’ del partido, quien me explicaba quien mandaba en la provincia, me decía quién era ‘Frodo’. También llega a mi memoria un amigo intenso en todos sus proyectos, que tan orgullosos nos hacía sentir cuando los presentábamos desde la oposición, dejando boquiabiertos a todo el Gobierno de entonces; y recuerdo aquellos que vinieron después, a pelear por evitar el sacrificio de los cánidos y por supuesto cómo recuperamos a aquellos militantes históricos que el agotamiento de la decepción política había alejado.
Hoy quiero dedicarle esta columna a todo lo bueno que propusieron e hicieron aquellos que un día fueron mis compañeros en este proyecto, y pedirles que recuerden los buenos momentos que pasamos, que piensen y mediten de donde veníamos y a dónde hemos llegado. La mejora de este municipio es incontestable, pero es difícil de sostener, dada la singularidad de nuestro pueblo, que las administraciones superiores siguen reconociendo de boquilla, pero no de hecho. Por eso es necesario seguir peleando por lo que se inició en 2015, y erradicar el odio y el chisme que se vierte en la calle y utilizando las nuevas tecnologías a través de perfiles reales o no. Muchas críticas de antiguos compañeros me hubiese gustado haberlas oído en los órganos internos del partido y no dónde las han vertido, seguramente se hubiesen encontrado soluciones. Desde aquí invito a los que se fueron y a los que se quedaron, que hagan honor a la transparencia y valentía que un día nos unió y dejemos de usar redes como un patio de vecinos para atacarnos porque el enemigo de este pueblo no tiene ni siglas políticas ni colores, nuestro enemigo siempre fue la manipulación de la ignorancia.