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Arcos

El pregón de Semana Santa de Arcos es “La revelación de un pueblo unido”

Antonio Jaén dejó constancia en el pregón oficial de su enorme conocimiento de la Semana Mayor y de su gran amor por su hermandad nazarena

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Antonio Jaén ofreció un pregón oficial muy cercano y sencillo, emotivo y rico en datos y expresiones.

Su exaltación general de la Semana Santa fue un ejercicio de amor

La primavera sacó su sonrisa con los rayos de sol de un día claramente primaveral, pero también sus cielos cubiertos, como si se tratase de una metáfora de la Semana Santa. A pesar de lo necesario de las lluvias, éstas se dieron una tregua, pero el pregonero de la Semana Santa de Arcos quiso regar con sus palabras a quienes tuvieron la dicha de oírle en el escenario del teatro Olivares Veas. Sí, el pregón oficial que cierra el ciclo pregonero en los prolegómenos de la Semana Mayor y que encontró su voz en la del arcense Antonio Jaén Sánchez, quien no pudo describir mejor -no es nada de fácil- una efeméride que se vive en la ciudad con especial intensidad dentro de su carácter universal. Oración, reflexión, poesía, conocimiento del medio, profusión de datos y, lo que es más importante, un mensaje de esperanza ahora más necesario que nunca en medio de tanto pesimismo social.

El también experto en patrimonio histórico, en ponencias, conferencias y otros pregones, exaltaciones y presentaciones, hermano de la Soledad, Nazareno o de la Esperanza Macarena de Sevilla, pero sobre todo un “enamorado de la Semana”, daba lectura así a sus versos “escritos con cera”.

Sus primeras palabras invitaron a una reflexión sobre hasta dónde hemos llegado… Pidió que “Abracemos los evangelios” y encontrarnos sobre todo en la esperanza tras un tiempo perdido que nos ha puesto a prueba. “Un pregón de la revelación de un pueblo unido”, tras tres años sufrimiento y penitencia, pero ya puedo decirte que es Semana Santa en Arcos de la Frontera”.

El autor admitió que el pregón fue terminado pocos días antes de su exposición, condicionado en este sentido por los acontecimientos mundanos, lo cual atribuyó a los designios divinos, Por ello reclamó que “disfrutemos mientas estemos aquí abajo” y sentirnos vivos, “a volver a encender los incensarios y asistir a los cultos con fervor…”. “¡Cofrades a la calle!”. E invitó a sentir la primavera, la blancura de las calles de Arcos…”, a volver a la vida en definitiva.

Tras este canto a la vida, el pregonero redescubrió un Domingo de Ramos con guiños a “los romanitos” de la hermandad de Cristo Rey como símbolo de los niños, a “la gracia sin igual de todo un barrio”, “al sitio donde hemos crecido”. Su nostalgia le condujo a una salida radiante desde María Auxiliadora marcada por la presencia de los niños… “En Arcos amanece cuando sales, Cristo Rey”.

Sobre El Prendimiento, describió con gran precisión el paso del Cristo por Corredera y por los recónditos lugares de San Pedro , y reseñar el inconmensurable trabajo de sus costaleros.

Llegaba el Lunes Santo y habría de destacar la seriedad que supone la presencia de las Tres Caídas en las calles, y citó los recuerdos de cuando presenciaba la procesión de la mano de su madre y cómo una foto suya sería cartel de la hermandad. “Jesús pasa por los callejones que tras un domingo de ilusiones y decepciones busca en el este Lunes Santo aliviar los corazones”.  El pregonero evocó la figura de Lastrucci y la saeta que suena “a la verita del Alcaraván” y, del mismo modo, el trabajo costalero. “Déjame tu rostro contemplar aunque sea un solo instante”. “Al hacerse ‘Madrugá’ San Francisco espera ‘callá’”.

De ahí al Martes Santo, a la hermandad de San Antonio, la de su santo, a otro día de niños y de “adultos que nos sentiremos tales”. Atado a la Columna y María Santísima de la Paz… “Quién te hizo Señor, no sé si te llamaron dolor o paz, porque muy seguros no estarían, porque cuando tú sales lo que repartes son alegría…”.  “Eres flamenco, tango, alegría y romances, y por las calles, bulerías….”. Y así llegó al Miércoles Santo, un nuevo milagro costalero y una hermandad de la que -admitió- siempre ha estado muy atento: ¡”Cuánta falta nos hace! ¡Cuánta falta nos hace saber perdonar!, ¡Cuánto nos cuesta el orgullo”… “Si el Martes hablamos de marea, el miércoles te hablo de un barco, súbete que por las calles de Arcos está navegando….”. A estas alturas del pregón sonó una marcha dedicada a María Santísima de la Piedad. Después evocaría los 477 años del Cristo de Antón Vázquez. Su querida Vera Cruz. Y luego a un Cristo de los Remedios y Paz en una larga jornada de “contrastes”. “Custodiado por antorchas va el más grande de los nacidos…”, dijo de este Cristo que recorre, en silencio, el casco antiguo. “El silencio de una noche quisieron romper, en la que ni la luna llena la pasión se quiere perder”. Tras esta agonía del Señor que abre el camino hacia la paz, Antonio Jaén tomó las aguas de un Viernes Santo, aún de madrugada, para hablar de su hermandad nazarena, de la que siente orgulloso por motivos familiares y sentimentales. “Dónde estarán las golondrinas, que estos años sin verte han andado perdidas...”.  Y  recordó la saeta de Cantarrana y la estampa de Jesús Nazareno ayudado por el Cirineo, y a Zapata, al poeta, y al silencio que invade la Madrugá. Fue precisamente aquí cuando irrumpió la voz de Manuel Gallardo ‘Manolo Zapata’... Antonio Jaén terminó cantando a la blancura de Arcos, a las personas que necesitan socorro y con un ‘Viva Jesús Nazareno’.

El pregonero fue presentado por el también cofrade Antonio Villalba, que situó a su amigo no sólo en Arcos, sino en el contexto de la Semana Mayor en Andalucía y en sus vivencias personales y cofrades. De una persona tan formada como experto en patrimonio artístico y gran conocedor de la Semana Santa en todos los sentidos, se podría haber esperado un  pregón, si cabe, más pretencioso. Pero no, acertadamente Antonio Jaén supo mostrarse sencillo y cercano, que al fin y al cabo son las virtudes de la Semana Santa de Arcos; como un hombre llano, amante de su familia, de sus tradiciones y de cada estampa sentimental que le han procurado desde su infancia sus vivencias cofrades. De todo ello dio ejemplo en un pregón que ya es historia.

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