Al Real Madrid, tras la remontada frente al Manchester City, le han otorgado desde muy diferentes lugares -sociales, periodísticos- la cualidad de ser un equipo protegido por el Cielo. Dios, la verdad, se supone que está en cosas muy distintas al fútbol. Aunque yo recé mucho, sobre todo en la niñez, para que la Providencia cambiara algún resultado adverso para el Atleti. El Real Madrid, que ha llegado a otra final y persigue su 14 Champions, ha realizado un campeonato europeo mediocre aunque felizmente matizado por la épica de las remontadas. Ha perdido un partido en todas las eliminatorias: frente al PSG, Chelsea o City. Y antes, en la fase de grupos, el modestísimo pero heroico Sheriff ganó en el Bernabéu (1-2) y provocó que se especulara con que los madridistas no alcanzarían ni siquiera los octavos. Meses después de ese triunfo, Yuri Varnydub, entrenador del Sheriff, dejó el banquillo y se fue a Ucrania para combatir en el frente.
El Real Madrid, con una sala de trofeos a rebosar, ha ganado, sobre todo, el relato -como se dice ahora-. Jorge Valdano, entonces trabajador del club, sostenía en la época de los Galácticos que se trataba de un equipo de Disneylandia, de ficción fantástica. Dejó frases como: “Cuando ataca Ronaldo Nazario es como si atacara una banda”. Otros tiempos. Porque ahora, un paso adelante, al Madrid lo conectan con el Más Allá. El maestro Alfredo Relaño ha venido a decir que en estas remontadas influye el espíritu de Di Stéfano, Gento y Puskas, que se mezclan con la apoteosis de la grada del Bernabéu y eso inspira a los futbolistas a marcar esos goles imposibles en tiempo de descuento. Y Félix Madero, director del informativo nocturno ‘El enfoque’, de Onda Madrid -extraordinario programa de radio-, leyó en antena el jueves la definición de la palabra ‘milagro’ para explicar lo que había sucedido un día antes en Chamartín frente a los ingleses. En fin, ‘Demasiado para Gálvez’, que escribió el inolvidable Jorge Martínez Reverte.
Pero el Atlético devolvió tanto ardor sobrenatural a la realidad con su incontestable triunfo (1-0) el domingo frente a los ‘merengues’ -como se les llamaba antes- en el Metropolitano. Y la tarde del 28 de mayo, antes de la final de Champions de París, me pondré mi camiseta del Atleti, escucharé una selección de canciones de The Beatles, y acompañaré desde el televisor al Liverpool, recordándole que nunca caminará solo. Porque el Liverpool es el equipo con más mística de Europa. Nunca camina solo. Ya está bien de Real Madrid.
