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Atún rojo y pescadores tradicionales, en la cuerda floja

Las orcas comen atún y desde los fenicios han interactuado con los hombres en el Estrecho

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  • Pescadores y orcas, en el Estrecho -
Es enorme la preocupación que existe en el sector pesquero tradicional del atún rojo por la inclusión del atún rojo en CITES, lo que propiciará la prohibición del comercio internacional de esta especie que se encuentra al borde del colapso. Sin embargo, carece de sentido que sean los pescadores tradicionales, cuyas capturas apenas rondan el 20% del total, los que salgan más perjudicados por la situación.

Que el atún rojo está tocado de muerte no es ningún secreto, y esta misma semana la Unión Europea ha anunciado su apoyo a que esta especie entre en CITES, que no es otra cosa que la Convención del Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres, una institución que prohibirá la comercialización internacional del atún rojo como medida que pueda paliar la extinción a la que está abocada esta especie.

Esto significará que el atún rojo no podrá ser comercializado fuera de la UE, lo que deja en fuera de juego a Japón, principal importador de esta especie.

Este anuncio, realizado por los responsables de pesca y medio ambiente de la UE, tiene un doble significado, por un lado, positivo, ya que se frenará la pesca abusiva de esta especie, por otro lado, negativo, ya que pagan justos por pecadores y la pesca tradicional, ligada a esta especie desde la época de los fenicios, se verá muy perjudicada por una medida tomada por una situación que no han propiciado y que tendrán que pagar las consecuencias.

Desde Circe, como entidad conservacionista, se ve con buenos ojos que se tomen medidas para la protección de una especie que importa, y mucho, para la supervivencia de las orcas, uno de los mamíferos marinos que habitan en el Estrecho, pero por otro lado, no se entiende que la pesca artesanal, como son las almadrabas y la pesca del atún con piedra, se vea afectada por una medida a todas luces injusta para su flota, ya que, por un lado sus capturas apenas alcanzan el 20% anual de las que se realizan, y por otro lado, rompe una relación milenaria entre pescadores y orcas, que podría perjudicar a este mamífero marino.

Fenicios, romanos, árabes… y el resto de civilizaciones que han pasado por las costas de Cádiz a lo largo de la historia han tenido una relación muy estrecha con las orcas y los atunes.

La orca, como hemos dicho en alguna ocasión, come atún, y en tiempos en los que no existían las tecnologías actuales, las orcas eran las que avisaban de la llegada de los túnidos a los pescadores.

Con el tiempo, todo se ha modernizado, salvo las almadrabas, que siguen con sus costumbres ancestrales, y la pesca tradicional, consistente en lanzar un sedal, o dicho de otra forma, la pesca de toda la vida.

En el otro lado, la industria del cerco y las granjas de engorde, que en la última década han arrasado el Mediterráneo, con capturas en ocasiones por encima del límite establecido, tal y como han denunciado en varias ocasiones WWF Adena y Greenpeace, una industria que con la tecnología punta ha podido arrasar al atún rojo hasta llegar a este punto, dejando al límite del colapso a esta especie, con el consiguiente perjuicio para la flota artesanal y para el equilibrio ecológico, dejando a la orca también a un paso de perder su alimento.

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