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El cine francés regresa al universo de Balzac con la adaptación de 'Eugénie Grandet'

Marc Dughain considera a Balzac un "visionario" que siempre supo que la mujer era "el porvenir de la Humanidad".

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Marc Dughain, escritor y cineasta francés especializado en películas históricas, conocido por cintas como "Cambio de reinas (2017), ha adaptado ahora "Eugénie Grandet" del clásico francés Honoré de Balzac, un "visionario", en su opinión, que siempre supo que la mujer era "el porvenir de la Humanidad".

"Balzac era un genio", asegura Dughain con motivo del estreno en las salas españolas de este último filme, que gira en torno a la familia de Felix Grandet, un hombre tacaño que oculta una colosal fortuna mientras su hija Eugénie vive casi en la pobreza y asfixiada por las convenciones sociales.

"Estoy convencido de que Balzac (1799-1850) era un visionario, toda su obra gira en torno a estos análisis del futuro, sus personajes masculinos tienen algo de ridículo en su obsesión por sus pequeños y mezquinos intereses, mientras las mujeres están siempre magnificadas en sus obras. En ese sentido -opina el intelectual francés-, ya en aquella época lanza ese mensaje de que la mujer es el porvenir de la Humanidad, pero a condición de que no los quiera reemplazar, ni parecerse a ellos", precisa.

Balzac publicó "Eugénie Grandet" en 1833. Pero, para Dughain, la obra es una crítica social totalmente actual que denuncia la utilización de la religión por parte de un hombre blanco, adulto y poderoso, Félix Grandet, que también es ateo -viene de la Revolución Francesa y no cree ni en Dios ni en la iglesia católica-, pero "se sirve de la religión para dominar a las mujeres que están a rededor de él".

"Es de un machismo absoluto -enfatiza Dughain-, él no solo tiene una autoridad incontestable, sino que se sirve de Dios, de un Dios que es el Dios de los machistas, puesto que es un Dios hombre. Es una forma aterradora de marginar a las mujeres en la sociedad, encerrándolas en el aburrimiento de lo cotidiano, puesto que no pueden hacer nada y su única distracción -lo dice la madre-, es ir a la iglesia. Y eso sigue pasando en muchos sitios del mundo", advierte.

Grandet (magnífico Olivier Gourmet), es un tonelero retirado que hizo negocio aprovechándose de la inestabilidad de la época. Además, juntó las herencias de madre, suegro y suegra en el mismo año, pero hace creer a su mujer (Valérie Bonneton), a su hija Eugénie (Joséphine Japy), y a la sirvienta Nanon (Nathalie Bécue) que son pobres y no pueden arreglar la casa en ruinas en la que viven. Pero Eugénie se rebela por amor.

"Siempre me ha fascinado saber cómo se vivía antes y, trabajando en mis libros y películas -señala-, me di cuenta del gran desfase que había entre el enorme avance tecnológico de hoy y el progreso tan débil desde el punto intelectual y moral".

A Dughain, lo que más le atrae de Balzac es "su manera de hacer sociología de la condición humana a través de los personajes, que además están muy bien descritos".

El director confía en que el público español llegue a atisbar la "grandeza de Balzac". "Realmente es una ambición, es complicado saber si se conseguirá, pero uno de los mensajes que yo he querido retomar -más allá del trato a las mujeres- es la utilización de la religión para acabar con la espiritualidad y la relación del hombre con la naturaleza y con su entorno".

"Esto es extremadamente grave, porque lo que la Humanidad va a vivir en los próximos 50 años es el resultado de todo esto", augura.

Su próximo filme estará situado en el reinado de Luis XIV, una intriga policíaca que gira -de nuevo- en torno a la condición de la mujer en el siglo XVII.

"Si uno no tiene la cultura del pasado es muy difícil comprender el presente y proyectarse hacia el futuro", considera.

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