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El cementerio de los ingleses

La casa por el tejado

Las diferencias son notables: las casetas, el restaurante Bartolo y Casa Muriel estaban ahí desde antes de la promulgación de la Ley de Costas en 1988

Publicado: 11/01/2023 ·
18:00
· Actualizado: 11/01/2023 · 18:00
Autor

John Sullivan

John Sullivan es escritor, nacido en San Fernando. Debuta en 2021 con su primer libro, ‘Nombres de Mujer’

El cementerio de los ingleses

El autor mira a la realidad de frente para comprenderla y proponer un debate moderado

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¿Se imaginan ustedes construir una casa empezando por arriba? Sin cimientos, sin muros, sin tuberías ni conducciones eléctricas... Sólo vigas, hormigón y, si nos ponemos exquisitos, una estructura a dos aguas con tejas. Sería absurdo, ¿verdad? No tenemos cómo asentar la casa, no tenemos nada que cubrir con ese tejado y, en caso de construirlo, no podríamos levantarlo para colocarlo en su lugar. Pues, aunque parezca imposible y carente de sentido, está ocurriendo en El Palmar.

¿No es verdad que, además, tendría poco sentido construir una casa de lujo para los visitantes mientras los habitantes de la casa carecen de suministros básicos? No me refiero a conexiones WiFi ni calefacción siquiera, sino a luz eléctrica o agua potable. ¿Se imaginan qué idiotez sería edificar un complejo turístico con todas las comodidades mientras los vecinos residentes cuentan con agua de pozo, en ocasiones salobre, y agua embotellada? ¿Sin farolas en las calles y sin suficientes contenedores ni papeleras? Pues eso, fíjense ustedes, está ocurriendo en El Palmar.

El pasado sábado, 7 de enero, distintos colectivos de la pedanía vejeriega se manifestaron contra este sinsentido. Además, se estaría incurriendo en distintas irregularidades según los manifestantes. Al parecer, el proyecto de beach club de Valhalla 2019 SL se intenta instalar en suelo no urbanizable y con servidumbre de protección del Dominio Público Marítimo Terrestre. Es decir, un terreno en el que sólo se podrían llevar a cabo proyectos de interés social y utilidad pública. Un resort de lujo no parece encajar en ese concepto, llámenme loco por verlo así. Según los convocantes de la manifestación, estas actuaciones no preservan el Corredor Litoral (lo que resultaría en un incumplimiento del POT de La Janda) y, además, tampoco se cumple el propio PGOU del Ayuntamiento de Vejer y se vulnera la Ley de Costas (precisamente por instalarse en la citada servidumbre de protección del DPMT). Hablando en plata, se están pasando la normativa vigente por el forro y nadie se cree a estas alturas que el consistorio vejeriego no sepa nada. Sabiéndolo, no hace nada. Y la inacción aún sabiendo que esto pasa, en mi opinión, no deja de ser amparo y complicidad.

Al hilo de aquella columna que escribí el año pasado sobre el Cementerio de los Ingleses y las casetas de La Casería (en San Fernando), sé que habrá algún ocotito (lo que ahora llamamos hater) que intente ver aquí una incoherencia. Sin embargo, las diferencias son notables: las casetas, el restaurante Bartolo y Casa Muriel (antiguo La Corchuela) estaban ahí desde antes de la promulgación de la Ley de Costas en 1988. Por lo tanto, siempre han estado ahí con todas las de la ley, nunca mejor dicho. El principio de no retroactividad, que rige nuestro ordenamiento jurídico, ampara su presencia y hace que el derribo de las casetas haya sido ilegal a todas luces. Sin embargo, aquí se está hablando del posible desarrollo de un macroproyecto urbanístico que podría vulnerar distintas normativas vigentes. Y el Ayuntamiento de Vejer de la Frontera sale mal parado en cualquiera de los escenarios posibles. Si desconocen los hechos o la normativa, su presumible amparo a este proyecto demuestra una incapacidad manifiesta para la gestión municipal. Si conocen todos estos fundamentos y no hacen nada, podríamos estar hablando de algo mucho más grave para el equipo de gobierno. Si, además, como parece ser público y notorio, están priorizando este macroproyecto sobre las necesidades de sus habitantes, Flor Lara y los suyos están descuidando sus responsabilidades para con quienes viven allí y pagan religiosamente sus impuestos; impuestos con que los vecinos sufragan los costes de los servicios públicos que no reciben aparte de esos fondos europeos para el agua potable que también serían sujeto y objeto de muchas preguntas. Política y moralmente, la corporación municipal de Vejer está quedando como Cagancho en Almagro. Y podemos añadir a la torpeza que mayo no está tan lejos como parece.

A estas alturas, dudo que El Palmar necesite acoger más turismo ni un complejo como el que se pretende instalar en la Dehesa. No es sólo que no sea urgente (aunque la licencia para esta actuación se haya tramitado por procedimiento de urgencia, es que no hace ni puñetera falta. Este lugar ha sido siempre idílico por su vriginidad natural, por ser lo máximo contando con lo mínimo. Los famosos venían a veranear, precisamente, por su tranquilidad aún estando lleno hasta los topes. Proyectos como este, junto con la masificación que vive desde hace años, están matando el encanto del lugar. Es más, están matando El Palmar. Lo que sí necesita es que sus vecinos puedan disponer de agua potable, de alumbrado público, de vías y carriles dignos, de contenedores y papeleras, de un programa de gestión de residuos a la altura. Todo lo demás es hacer la casa por el tejado. Y, matando El Palmar, es además demoler la casa.

 

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