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Sábado 20/04/2024  

El cementerio de los ingleses

Tan obvio que es imposible

A veces, las cosas son tan obvias que no hace falta un título de posgrado para entenderla

Publicado: 01/03/2023 ·
14:52
· Actualizado: 01/03/2023 · 18:03
Autor

John Sullivan

John Sullivan es escritor, nacido en San Fernando. Debuta en 2021 con su primer libro, ‘Nombres de Mujer’

El cementerio de los ingleses

El autor mira a la realidad de frente para comprenderla y proponer un debate moderado

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De España se ha dicho siempre que era el país con más entrenadores por metro cuadrado. Todo el mundo, según sea su equipo, tiene alguna receta para enmendar la plana a Xavi Hernández, Carlo Ancelotti o Pablo Alfaro, si me apuran. De momento, nadie se mete con Luis de la Fuente porque aún no ha debutado. Sin embargo, a veces, hay cuestiones que son tan obvias que puede verlas el más bisoño y no se entiende por qué no se toma tal o cual medida. Siguiendo el símil del balompié, creo que nadie pondría a Courtois a jugar de extremo ni ficharía a Sergio Busquets para la portería del Madrid. Ejemplos un poco exagerados, sí, pero que ilustran al dedillo lo que quiero decir.

Decir lo que es obvio no es cuñadismo, esa práctica consistente en opinar de todo sin tener ni idea y que todo el que haya estado en una cena de Navidad conoce. A veces, las cosas son tan obvias que no hace falta un título de posgrado para entenderlas. Pongamos, por ejemplo, el caso de los alquileres y la subida que han experimentado sus precios. Evidentemente, hay que legislar para evitar los precios abusivos y condicionar sus topes en un porcentaje del SMI para garantizar que el derecho a la vivienda sea efectivo para todo el mundo, de rey a paje. Habrá quien diga que, entonces, muchos propietarios retirarán sus inmuebles del mercado de alquiler; sin embargo, es bastante absurdo que prefieras no ganar nada a una vivienda que ganarle algo menos de lo que esperabas. Más que nada, por no perder la inversión. Otra opción sería la compra por parte de la Administración de esos inmuebles, de manera que se pudieran ofertar a un precio razonable; sin embargo, los defensores de los precios abusivos dirán que esto es comunismo.

La cesta de la compra sigue siendo insostenible pese a la bajada del IVA, de los combustibles y de la electricidad. Es decir, los costes laborales se mantienen, los costes de producción y distribución bajan (siguen siendo caros pero no como hace unos meses) pero los precios, lejos de bajar o mantenerse, siguen subiendo. Esto demuestra que los impuestos no eran el problema y que Ione Belarra se quedó corta hablando de capitalismo despiadado cuando lo personalizó en la figura del dueño de Mercadona. Para que todos lo entendamos: los beneficios son la diferencia resultante de hacer balance de ingresos y gastos. Si los costes bajan y los precios suben, el margen de beneficios aumenta. Hablemos en plata: alguien se está forrando a base de echar poca vergüenza (y eso si tuvieran alguna). Cuando los beneficios suben, quiere decir que los precios no están donde están en respuesta a un aumento de los costes, sino que nos están robando directamente. Así las cosas, topar los precios no es socialcomunismo, es sentido común. Meter mano a los intermediarios para garantizar un pago justo a los productores por su mercancía no es socialcomunismo, es sentido común. La única pregunta es a qué coño estamos esperando.

Ya que hablamos de combustibles y electricidad, sigue siendo indecente los márgenes de beneficio que obtienen las empresas del sector cuando algún contexto justifica una subida abusiva (lo que ha pasado con la guerra de Ucrania es el ejemplo más reciente). Ocurre lo mismo que en el supermercado: si estamos topando el gas y, siendo cara, tenemos la luz más barata de Europa, ¿por qué las eléctricas siguen teniendo beneficios récord? Y, sobre todo, ¿por qué las familias siguen teniendo que elegir entre pagar la luz y otros gastos de igual importancia (comida, ropa, tratamientos médicos, etc.)? Ya estamos tardando en poner topes a los beneficios basándonos en la relación ingresos-gastos para acotar los precios y dejarnos de tonterías. Y actualizar las multas para que de verdad les duela vaciar un embalse, que luego en épocas de sequía nos acordamos del vaciado y de la Virgen de la Cueva…

Si hablamos de los bancos, con la iglesia hemos topado. Siguen dejando desatendidas a las personas mayores, cobrando comisiones por todo y sin devolver el rescate bancario pese a que sus beneficios son tan altos que ni la NASA los ve. A todo esto, siguen sin asumir responsabilidad alguna por las hipotecas concedidas en la época de la burbuja inmobiliaria y financiera, de las que se derivan los efectos de las crisis sufridas, los desahucios y el gran parque de vivienda vacía que no se oferta para nada y cuya inclusión en el mercado abarataría los precios de venta y alquiler. ¿Hace falta que diga cuál es la respuesta?

Como ven, no digo nada que no recoja el mero sentido común y que tampoco hace falta ser economista, experto en energía o doctorado en Harvard (ni Aravaca) para vislumbrar ni entender. La única cuestión es por qué no se llevan a cabo esas medidas que parecen obvias o por qué lo sencillo es tan complicado. Al final, el remedio para salir del pozo es tan obvio que parece imposible.

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