El tiempo en: Jaén

Trópico de letras

El manto protector de la tierra

El trabajo es de los científicos y de los investigadores para descubrir porqués y proponer soluciones, pero nuestra responsabilidad también debería ayudar

Publicado: 15/10/2023 ·
19:00
· Actualizado: 15/10/2023 · 19:00
  • Tierra -
Autor

Mari Loli Romero López

Maestra y escritora. Colaboradora en revistas internacionales. Dos libros publicados y cinco pendientes de publicación

Trópico de letras

Este blog trata de opiniones diversas sobre un mundo diverso

VISITAR BLOG

El manto protector de la Tierra es esa franja de gas tan frágil y de gran importancia que protege todo tipo de  vida en el planeta de los efectos nocivos de los rayos solares y que, por desgracia, está en peligro por el uso que se hizo durante años de determinados productos químicos. Se encuentra en la parte superior de la atmósfera y se encarga de absorber gran parte de la radiación ultravioleta del Sol, que es dañina para la supervivencia. Esa franja de gas, ese manto que nos protege es la capa de ozono.

Llegamos a desalentarnos cuando leemos los datos del clima. Se habla mucho del cambio climático, del agujero de la capa de ozono, se han impartido muchas conferencias y se han firmado muchos protocolos internacionales, pero el desaliento está a flor de piel y la exasperación es entendible y están más que justificados.

También es cierto que los científicos de todo el mundo están muy pendientes a la capa de ozono, con la consiguiente preocupación de los desastres y catástrofes que pueden provocar los cambios en su estado. En el año 1985, el mundo se espabiló y se firmó el Convenio de Viena, un acuerdo medioambiental multilateral para su protección, pero no incluía objetivos para la reducción del uso de los productos químicos, como los clorofluorocarbonos (CFC, un solo átomo de cloro puede deshacer 100000 moléculas de ozono) que tanto daño estaban haciendo  y en el año 1987, sí se establecieron dichos objetivos en el Protocolo de  Montreal, que acompañaba a dicho Convenio de Viena.

Con esta medida, la capa de ozono empezó a repararse, con lo cual, el planeta azul se puso, en parte, a salvo de los impactos posiblemente destructores de la radiación ultravioleta. Pero no   debemos descuidarnos porque todavía quedan retos y problemáticas que resolver al respecto. La ESA (Agencia Espacial Europea), ha aportado un dato preocupante. En septiembre, nos avanzó que el agujero en dicha capa de ozono, ha llegado a ser casi tres veces más grande que el territorio de Brasil sobre la Antártida, veintiséis millones de kilómetros cuadrados.

Hay teorías científicas que formulan que en dicho tamaño del agujero está influenciando la erupción del volcán submarino Hunga-Tonga-Hunga, Tonga (Oceanía), por la inserción e impregnación del vapor de agua en la estratosfera. Aunque esta teoría no ha sido aún probada, se debería hacer algo al respecto. Otras teorías de científicos e investigadores rusos se basan en la facultad que tienen las tormentas magnéticas para destruir una cuarta parte de la capa en un solo día. Como también se cree que, sustancias como el óxido nitroso, hacen que el ozono se agote.

Conociendo todos estos datos, da miedo pensar en que tantos cambios en el estado de la capa de ozono puedan llegar a producir cataclismos. Esperemos que los científicos de todo el mundo presten mucha atención y hagan un gran esfuerzo por evitar que el agujero se vaya agrandando.

Bien por el Protocolo de Montreal que permitió que se hiciera frente a una catástrofe ambiental urgente con cierto éxito, pero no nos durmamos en los laureles, porque proteger la capa de ozono significa proteger todo tipo de vida en la Tierra, la salud humana, la flora y la fauna, los ecosistemas, la agricultura...Sin esta bendita capa, la radiación ultravioleta produciría cáncer de piel, enfermedades oculares, perjuicio para los cultivos, las plantas y los  microorganismos.

El trabajo es de los científicos y de los investigadores para descubrir porqués y proponer soluciones, pero nuestra responsabilidad también debería ayudar, hagamos algo para contribuir a la mejora del cambio climático. Particularmente yo creo que, en cierta medida, deberíamos hacer caso a los consejos de la octogenaria escritora de novela negra, Donna Leon (autora de las historias del comisario Guido Bruneti), que dice que debemos de tener menos (compramos muchísimas cosas inútiles que necesitan para fabricarlas un número elevado de sustancias químicas), hacer menos (para leer más, bueno, esto lo añado yo), viajar menos y comer menos. ¡Qué importante es el papel humano! Sí, porque realmente, los científicos hablan, pero casi nadie los escucha. En el papel de los políticos y de los empresarios no me meto, necesitaría mucho espacio para hablar sobre el capitalismo, sus consecuencias y su responsabilidad, así que lo dejo para otro artículo...

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN