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Desde el campanario

Un bar en tu alcoba

¿Cuántos años lleva la Administración local girando la cabeza sin ajustar las Ordenanzas para solucionar el problema?

Publicado: 07/07/2024 ·
18:29
· Actualizado: 07/07/2024 · 18:29
Autor

Francisco Fernández Frías

Miembro fundador de la AA.CC. Componente de la Tertulia Cultural La clave. Autor del libro La primavera ansiada y de numerosos relatos y artículos difundidos en distintos medios

Desde el campanario

Artículos de opinión con intención de no molestar. Perdón si no lo consigo

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Creo en la evolución porque lo contrario es la regresión y andar de espaldas no es muy conveniente. Por eso entiendo que los chavales se diviertan hoy de otra manera y con nuevas costumbres. No voy a caer en la vulgaridad de criticar a la juventud porque hay hallazgos arqueológicos haciendo referencia al mal concepto que las civilizaciones antiguas ya tenían de sus jóvenes. Pero tampoco estoy de acuerdo con todo lo que veo en la actualidad y a una de esas discrepancias voy a referirme.¿Cierran tan tarde los bares porque los chavales salen tarde, o salen tarde los chavales porque los bares cierran tarde? El que lo sepa que levante la mano, mientras tanto yo voy largando lo que pienso.

Que los bares tienen derecho a vivir de igual forma que cualquier otra actividad mercantil y los jóvenes a disfrutar de ellos no hay que dudarlo. Pero hay que añadir la tercera pata que completa el trípode de la discordia. ¿Cuál? El ciudadano. El sufridor de los ruidosy las molestias que produce la turba cuando esos negocios están próximos a las viviendas. ¿Cuántos años lleva la Administración local girando la cabeza sin ajustar las Ordenanzas para solucionar el problema? Sí, he dicho ajustar, del latín ad (hacia) iustus (lo justo). Sin comentarios. ¿Cuántos gobiernos municipales se han pasado y siguen pasando sus vergüenzas por encima del derecho a la tranquilidad y el descanso? ¿Porqué no han puesto ya pie en pared para solucionarlo aun viendo cómo les llueven las quejas y reclamaciones día tras día? Sencillamente porque en el semillero de votos que ellos protegen, la clientela de los bares gana por goleada. Para explicarme mejor voy a individualizar este drama hogareño narrando la vida de uno de esos atormentados vecinos al que llamaremos Servando. Él vive en el segundo piso de un bloque que alberga en sus bajos uno de esos bares llamados de copas. Servando abre los ojos todos los días a las 7.00 horas de la mañana sin necesidad de despertado rporque su alarma funciona con los ruidos de las mesas, sillas y barriles arrastrados durante la limpieza del local. A partir de ahí comienza una jornada más el calvario que padece desde hace años. ¿Qué porqué no se ha mudado ya? Porque su piso no lo compra nadie. Más de cien mil euros a la basura y los sudores de su trabajo ultrajados para que los demás se diviertan. Entre los cafés del desayuno, el aperitivo de mediodía, la merienda de las cinco y las copas hasta el cierre, Servando sufre ininterrumpidamente una agresión a sus derechos legítimos que solo la entienden los que padecen su misma angustia de siete de la mañana a tres de la madrugada, ¡veinte horas! Un horario que solo superan los hospitales. Mientras tanto, el Ayuntamiento sigue mirando al semillero de votos y a la oferta de ocio para el pueblo. Es lo único que interesa. De Servando ni se acuerdan ni se espera que lo hagan.

Durante años nuestro protagonista ha intentado escapar del infierno que sufre, pero hace ya tiempo que tiró la toalla por impotencia. Ni sus quejas, ni sus denuncias, ni su pataleo, ni sus rogatorias a los que le roban el reposo, ni sus trastornos de sueño, ni sus informes médicos, ni sus ansiolíticos, ni sus somníferos han servido de nada. El bar tiene de guardaespaldas a las Ordenanzas Municipales y no hay letrado ni autoridad que pueda tumbarlas. La igualdad constitucional que disfrutamos los españoles, se ve violentada en cuanto un gobierno municipal quita la venda al símbolo de la Justicia y vuelca la balanza de la imagen en favor de sus intereses. En ese momento pasamos de legalidad a dictadura, Esa es la verdad empírica de este atraco reglamentado sobre el derecho al descanso del ciudadano. A la necesidad de silencio de un hijo estudiante. Al indispensable sosiego de un familiar enfermo. Al merecido reposo de un padre anciano y al inaplazable sueño de un desprotegido bebé. Da igual. El Ayuntamiento sigue exhibiendo su autocracia sin contemplaciones. ¡Que saben ellos de la penitencia de Servando! ¡Del asedioa la intimidad de su hogar! ¡De sus vigilias hasta el cierre del bar! ¡De su agotamiento mental! ¡De su indefensión total! …

Declaraba hace unos días el concejal Conrado Rodríguez que el gobierno local se compromete con la ciudadanía a dar un nuevo impulso al cambio de modelo de la ciudad que gestionan. ¿Contempla ese cambio comprimir el horario de la hostelería para que TODOS los vecinos puedan dormir las horas recomendadas? Ya te digo yo que no. Esas personas están subyugadas al menosprecio de quienes les cobran sus impuestos. De unos socialistas que desatienden en esta circunstancia, la doctrina de derechos de igualdad y justicia social que proclama la ideología que profesan. No hay excusa. El escándalo en horas intempestivas prioriza sobre la paz nocturna.

Las industrias se trasladaron a polígonos periféricos. Los cines emigraron a centros comerciales. El tráfico en la calle Real se anuló con el tranvía y hasta los patos del parque han sido deportados a una lejana granja. Estas alternativas son inviables con los bares de copas, pero sí se puede limitar su cierre y adaptar zonas de ocio más alejadas para aquellos que quieran seguir de marcha sin interferir en el descanso y la salud de los residentes. Eso sí es progresismo.

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