La Subida al Pantano del Quiebrajano es una de las pruebas icónicas del atletismo provincial, andaluz y nacional. Nació hace 21 años y tuvo que suspenderse en el año de la Pandemia. Por la carretera de Otíñar y sus parajes suben cada año corredores y corredoras para entrenarla, para sufrirla y disfrutarla el día de la prueba. Es una cita que cada uno se marca en el calendario y se fija en un recorrido de esos que está plagado de sensaciones, naturaleza y parajes indescriptibles durante el trayecto de 13,6 km. La efeméride de este 2024 apunta a que será la vigésima edición. 20 años subiendo hasta el Quiebrajano y dos décadas en las que ha cambiado desde el material deportivo hasta los relojes. El tiempo ha pasado, pero perdura una prueba indescriptible en todos los sentidos que tiene a una heroína como Lourdes González y a seis héroes como Miguel Hervás, Antonio Narváez, Esteban Cañabate, Antonio Sánchez, Manuel Molino y Ceferino Banegas. Ella y ellos han disputado todas las ediciones y se plantarán en la salida para la del próximo domingo 22 de septiembre a partir de las 21:30 horas.
La Reina de la Subida al Pantano del Quiebrajano es, sin duda, Lourdes González. Atleta jiennense que ha estado entre el elenco de ganadoras en todas las ediciones disputadas y que apunta a esta carrera como favorita o fetiche, por aquello que ha sentido mientras subía. Muchos son los recuerdos que aún perduran en su memoria después de 21 años y que son imborrables para una deportista que ha dado brillo y prestigio al atletismo provincial allí donde ha ido. “La Subida al Pantano del Quiebrajano es, sin duda, mi carrera. La perfecta organización que realiza el CA Quiebrajano, que incluso después de la competición deja el trazado como si no hubiera pasado nada, y lo que me ha dado es algo que no se puede olvidar”, comentaba la corredora jiennense en Vivir el Deporte de 7 TV Jaén.
Han sido años de enormes alegrías y el Quiebrajano pone siempre para Lourdes González un punto de inflexión: “He estado en todas las ediciones y siempre en el podio final de cada una de ellas. Son especiales todas las subidas que he realizado, aunque no soy de las que sube para entrenarla, luego la he hecho 19 veces nada más. Cada cinco años siempre se ha hecho referencia a los que comenzamos a correrla desde la primera edición y hasta mi padre formó parte de ese ramillete de corredores que las habían coleccionado hasta la decimoquinta edición. Para mí es tan especial que un año gané la prueba y 15 días después supe que había subido embarazada. Un buen síntoma. Pero al año siguiente volví a ganar y fue cuando mi hijo con apenas meses me estaba esperando en la meta”. Y es que el Quiebrajano hace hasta familia para los corredores que disputan una carrera durísima, donde hay tramos de un enorme desnivel, pero el placer de sufrir, ese que poco se comprende desde fuera, hace posible que al llegar a los túneles se salte alguna lágrima de emoción mientras se escucha al gaitero que recibe desde el primero hasta el último de los participantes.
Hay también aviso a navegante que se podría decir porque la carrera no empieza en la salida. “La tensión hace muchas veces que se salga con fuerza, pero las veces que mejor me ha salido ha sido cuando me lo he tomado con ciertas reservas. La carrera tiene un primer tramo con mucho desnivel y hay que pensar en lo que queda. Después de la ‘Silla de la Reina’ hay que tomarse un respiro para recuperar el tiempo que se pierde en la subida, pero la carrera comienza de verdad entre el cruce de Otíñar y la Cañada de las Hazadillas. Ahí hay que llegar con fuerza porque lo que viene después exige un esfuerzo importante”, aconseja Lourdes González. Y es que la Subida al Pantano del Quiebrajano tiene su complejidad por 636 metros de desnivel positivo, pero ayuda el paraje, la organización y hasta algún corzo que pudiera pasar por allí para empujarte hasta esos míticos túneles que se quedaron sin cruzar solo en una edición. Un tramo excelso donde la mente piensa en lo recorrido y en su belleza, mientras espera la línea de meta, al final del túnel, donde está la luz de los vencedores, esos que son capaces hacer un recorrido que engancha desde la primera vez, desde aquel 2003.