Si Filípides levantara la cabeza se quedaría realmente a cuadros si conociera a Antonio Rojas. Aquel griego que en el año 490 AC murió de fatiga tras realizar desde maratón hasta Atenas un trayecto de 42 kilómetros y 195 metros para anunciar la victoria sobre el ejército persa quedaría estupefacto de la capacidad del Maratoniano de Jaén y su idilio con la distancia. Tal es la pasión de Antonio Rojas que en sus 241 maratones solo tiene claro dónde va a correr la número 300. ¿Adivinan el lugar? Pues justo donde están pensando. Pero para eso queda todavía muchos kilómetros que sumar, aunque al ritmo que lo hace Antonio Rojas, es algo que lo enmarca en lo casi incomparable. “Acabo de llegar de realizar el Ten in Ten. Son diez maratones en diez días y eso me ha costado perderme mi San Antón. Quería venir a correrla, volver a Benalmádena donde se realizaba el reto y volver a salir a por otra maratón de las que estaban previstas, pero no me dejó mi hija. Al final, en la general de las diez maratones he quedado hasta el segundo y creo que es un reto que ha merecido la pena”, señala sonriendo Antonio Rojas, que entre tantos kilómetros ha debido de dar casi la vuelta al globo terráqueo. En realidad lo ha hecho, porque tiene participaciones en cualquier lugar del planeta y como él señala en los siete continentes: “La verdad que esto de los siete continentes es una apreciación de los estadounidenses porque parten el continente americano en dos y también señalan al Círculo Polar Ártico. Allí también he corrido y tengo la medalla del oso polar, que es por correr la media y la maratón el día después. He estado en 37 países también y esto de los siete continentes es de un club al que también pertenezco que se llama Seven y está en Estados Unidos, pero el mío de Jaén es el Club Atletismo Quiebrajano, con otra de esas carreras mágicas”.
Pero esta historia de Antonio Rojas siempre tuvo un comienzo, ese donde uno se calza las zapatillas y empieza a correr, a hacer tiradas largas, de esas de más de 30 kilómetros, que fueron las que le empujaron a decidir que para hacer este tipo de entrenamientos era mejor apuntarse a un maratón. “Así fue como todo empezó y así es como comenzó un periplo que tiene marcadas algunas carreras que para mí son muy relevantes como el Maratón de Madrid. Es durísimo, pero en ese no falto desde hace años. Entre mis preferidos está el de Londres porque tiene una organización sensacional. Un maratón tiene un afán de superación, sea donde sea, que produce mucho más que una satisfacción personal”, apunta el Maratoniano de Jaén, para quien el tema del entrenamiento y la alimentación también le ha hecho aprender que hay muchos mitos en el mundo de la larga distancia: “Entrenar es importante. Hay que tener en cuenta que yo soy de la vieja escuela y que entonces pensábamos que había que hacer kilómetros y más kilómetros. El tema del deporte ha evolucionado, pero también he aprendido lo importante que son los ejercicios de fuerza del gimnasio. Ahora el número de kilómetros para entrenar no es como el de antes y, además, corro sin reloj porque las sensaciones son muy importantes. Aquí se puede entender que uno no controla el ritmo o que es lento, pero uno que hace un maratón en cuatro horas será lento para el que la hace en tres horas y media y el de las cuatro horas es rápido para el que la corre en cinco. Por eso el maratón es diferente. Incluso, creo que hasta mitos en la alimentación como lo de comer pasta la noche de antes de la carrera. Luego sales y tienes una bola en el estómago que no te deja correr. Cada uno tiene un físico diferente y ahí es lo que hay que mirar para ver qué le viene bien a cada uno, pero yo me suelo cuidar mucho la alimentación. La energía que uno gasta en la maratón es la de hace dos o tres días y de nada sirve atiborrarte el día de antes”.
Palabras sensatas de quien debe de tener camisetas y medallas a puñados, aparte de las que ha repartido, pero también tiene un recuerdo que guarda con el criterio que cada corredor tiene y que no es otro que el del recuerdo de la primera vez. “Todavía tengo por casa las zapatillas de mi primera maratón que fue en 1999 en Madrid. Cuando uno entra en esto es porque viene de un proceso. Yo empecé con la San Antón, que es la mejor carrera del mundo, y desde ahí hasta ahora. Uno entra en este mundo y descubre que es una carrera, pero cuando se corre un día antes la media maratón y la maratón después lo he hecho también como en Báscones de Ojeda”