Isidoro Moreno no necesita presentación entre quienes se han acercado con rigor y sensibilidad al estudio de la cultura andaluza. Catedrático emérito de Antropología, autor de la primera monografía antropológica sobre una comunidad de Andalucía, fundador del GEISA y referente indiscutible en el análisis de las identidades socioculturales del sur, su trayectoria es tan brillante como coherente. Su voz, libre y lúcida, ha sido -y sigue siendo- una de las más autorizadas, pero también de las más valientes, en el estudio de fenómenos populares tan complejos como la religiosidad o el patrimonio festivo.
En La Semana Santa de Isidoro Moreno, libro que acaba de ver la luz, se reúnen textos escritos entre 1974 hasta la actualidad. Es, por tanto, una obra que condensa más de cincuenta años de reflexión, de observación crítica y de compromiso intelectual con una de las manifestaciones culturales más significativas del imaginario andaluz. Pero no es una recopilación nostálgica. Muy al contrario: es una llamada a mirar la Semana Santa con profundidad, sin clichés, sin dogmas, sin anteojeras doctrinarias.
El autor desmonta mitos, analiza simbolismos, revela historias silenciadas y alerta sobre los peligros de la oficialización, la mercantilización y el secuestro interpretativo de la fiesta. Lo hace desde el conocimiento profundo, pero también desde el afecto y la pertenencia, desde una cercanía que no impide -más bien lo exige- el análisis crítico. Para Moreno, la Semana Santa no puede reducirse a folklore o a liturgia: es un espacio de tensiones, de identidades en juego, de resistencias y de memoria colectiva. Es la expresión viva de una cultura que se interroga a sí misma en la calle, entre incienso y saetas.
La Semana Santa de Isidoro Moreno es, por tanto, mucho más que un libro. Es una guía intelectual y emocional para comprender -o al menos para intentar comprender- qué nos pasa cuando suena una marcha, cuando se abren las puertas de una iglesia o cuando un paso se mece. Es una obra que recoge la otra mirada, esa que no se conforma con lo aparente y que nos ayuda a descubrir la dimensión simbólica, social y profundamente humana de nuestras cofradías y de nuestra celebración más íntima y más pública a la vez.
