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Matrícula de deshonor

Pequeños y fama

Estos pequeños, que aún se encuentran en proceso de maduración, empiezan a saltarse etapas de su vida por intereses de sus mayores

Publicado: 30/03/2025 ·
17:55
· Actualizado: 30/03/2025 · 17:55
  • Infancia. -
Autor

Federico Pérez

Federico Pérez vuelca su vida en luchar contra la drogadicción en la asociación Arrabales, editar libros a través de Pábilo y mil cosas

Matrícula de deshonor

Un cajón de sastre en el que hay cabida para todo, reflexiones sobre la sociedad, sobre los problemas de Huelva, sobre el carnaval...

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Hace muchos años que vengo observando ciertos aspectos un tanto confusos con respecto a la exposición que se hace de los más pequeños cuando éstos tienen ciertas habilidades, cualidades o actitudes más desarrolladas en áreas como el deporte, la música, el canto, etc. Dichas condiciones, que se deberían perfeccionar en un ambiente educativo y dentro de un marco bien definido para su edad, son sacadas fuera del contexto infantil, ese que deberían tener, y fomentadas y potenciadas para y por intereses que van más allá del que precisa en esos momentos de inmadurez, llegando a convertirse en un elemento de depresión y explotación si no se maneja con mucha cautela.

Estos pequeños, que aún se encuentran en proceso de maduración, empiezan a saltarse etapas de su vida por intereses de sus mayores, asumiendo responsabilidades que no les competen, y muy por encima de su evolución, condicionando su crecimiento y desarrollo y distorsionando en muchos casos su bienestar emocional y psicológico, que debería ser la prioridad. Buscar la fama de un pequeño antes de lo previsto es todo un riesgo que no se debería correr, sobre todo cuando nos olvidamos de su edad y se empieza a pensar en el triunfo, los premios, el dinero, etc., aspectos que implican competitividad, falta de privacidad, expectativas irrealistas, críticas y un sinfín de situaciones negativas que contribuirían a posibles cuadros de estrés, ansiedad e incluso a odiar dichas habilidades, que se convierten en una obligación sujeta a calendarios y ‘me gusta’ en las redes sociales, yendo más allá del mero entretenimiento; y todo esto, sin entrar mucho en profundidad.

Desde mi visión particular, en algunos de estos casos que he podido seguir da la sensación de que se utiliza a los menores como herramientas e instrumentos para lograr aquello que sus progenitores no pudieron conseguir, transmitiendo esa frustración y creando esa presión que, en la mayoría de los casos, suele romper por algún lado. Cierto es que socialmente está muy bien visto, y observamos cómo se valora, ánima y motiva a los pequeños y familiares para seguir en esa carrera triunfal y de conquista, sin otras miras más allá de los supuestos logros; los mismos que tras no superar los objetivos o circunstancias más graves, se llevan las manos a la cabeza.

Judicialmente, hay muchas lagunas al respecto y solo cuando aparecen los verdaderos problemas es cuando se toma conciencia de ello, y particularmente, yo soy de aquellos que piensan que deben existir límites dentro de esa exhibición que se suele hacer de dichos futuros talentos. Es fundamental que los adultos responsables reconozcan los límites y respeten el ritmo de desarrollo de cada niño, en lugar de forzar su participación en ‘escenarios’ para los que no están preparados, siendo más saludable fomentar un ambiente donde puedan explorar sus intereses de manera libre. La vida ya es dura para los mayores, dejen que los niños/as “se manchen de barro”. 

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