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Chipiona

Jorge Manrique y un tiempo para abrir nuestro corazón a la penitencia y el perdón

El párroco de Nuestra Señora de la O invita a acoger a Cristo en nuestro corazón durante la Semana Santa

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  • Jorge Manrique, párroco de Nuestra Señora de la O -

Más allá de la concepción religiosa o espiritual, la palabra de Dios está repleta de lecciones que contienen un valor inmenso para cualquier persona. Las escrituras bíblicas se pueden volcar a nuestra vida diaria, como parte de un ejercicio que, seguramente, nos permitiría localizar sorprendentes paralelismos y comparaciones. Tanto en el caso de las relaciones personales, como del ámbito laboral. También en aspectos más íntimos de cada uno como la toma de decisiones o las propias emociones. Versos que podrían servir de guía hacia la fortaleza y la esperanza; de encuentro con valores como la humildad, el perdón, la solidaridad o el amor al prójimo, tan necesarios especialmente ahora en los tiempos actuales que corren, cada vez más dominados por el conflicto y la crueldad. Es por eso que podemos hablar de un mensaje de una aplicación práctica fundamental.

Esta serie de ideas fue, precisamente, la que recogió Jorge Manrique, párroco de Nuestra Señora de la O- desde donde partirán hasta tres salidas procesionales- en una de sus intervenciones realizadas durante el tiempo de cuaresma, como antesala al momento más importante en la vida cristiana: la resurrección de Cristo. Tomando el evangelio de Lucas 6:27, el párroco recitó:

“Pero a vosotros los que me escucháis, yo os digo, amad a vuestros enemigos. Haced bien a los que os odian. Bendecid a los que os maldigan. Rogad a los que os difamen, al que te hiera una mejilla preséntale también la otra. Al que te quite el manto, no le niegues la túnica. Este texto evangélico, si no se tiene un espíritu especial, no se puede cumplir. Es muy difícil amar al enemigo por sí solo, por eso dice “ser compasivos como vuestro padre es compasivo, no juzguéis y no seréis juzgados. No condenéis y no seréis condenados. Perdonad y seréis perdonados”. Todo este texto tiene que ver con la invitación que se nos hace a todos. “Amad a vuestros enemigos”. No tenemos otra cosa que hacer que mostrar a Cristo crucificado en nosotros. Cuando yo amo al enemigo, es Cristo al que yo muestro. “No resistas al mal”, dice también la palabra. Significa no defendernos y poner también la otra mejilla. Si alguien te demanda para quitarte el manto, si alguien utiliza la ley para robarte lo que es tuyo, no se lo reclames. Por supuesto, ahora tengo que decir… ¿Cómo hacemos para responder a esta palabra? Para entender todo esto, está la frase “hacer al otro lo que quiero para mí”. Si yo quiero el bien para mí, yo lo hago para los demás. Cristo me ha amado, Soy yo quien lo he traicionado cuando no puedo servir. Él no me juzga. Al contrario. Por eso, estamos todos invitados a la conversión. A mirar a Cristo crucificado. Él ha mostrado a todos la verdad. ¿Tú crees en esta vida? Esta es nuestra invitación. Ponernos frente a Cristo resucitado.

Necesitamos realizar en nosotros un cambio de mentalidad. Un cambio de naturaleza que consiste en recibir la naturaleza de Dios, del espíritu mismo de Cristo. En otros sitios, dice la palabra, ¿puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? El discípulo no es más que su maestro, sino que cualquiera que esté plenamente instruido será como su maestro. Entonces, ¿eres más alto que Cristo que te permites juzgar a los demás? A los hermanos de la Iglesia. ¿Juzgas porque hace o porque no hace? Que ese es un falso, no, nosotros somos peores. Estamos ciegos. Quien no ve sus propios pecados, ve los pecados del otro. Quien ve sus propios pecados, no juzga al otro. Porque el es peor que es. Eso es lo que han mostrado todos los años. Yo no miro al otro y lo juzgo, porque me veo pecador. Si yo soy pecador, ¿Por qué señalo al otro? El evangelio de San Lucas nos hace entender que yo como cristiano cuando voy a trabajar, tengo una misión. La de amar al enemigo.

Hemos sido llamados a querernos, a no hacernos daños. Tenemos que cambiar nuestra naturaleza para dejar de juzgar. Estamos llamados a comenzar a mortificar en nosotros lo que nos separa de Cristo. Es necesario combatir con las armas de la Iglesia. Dar muerte a lo que te separa de Cristo. La esperanza es el camino. Cristo está vivo. Cristo está resucitado. Acógelo en tu corazón. Amén”

Solemne bendición de la capilla del sagrario

Tras la eucaristía de la tarde, tuvo lugar en la Parroquia Nuestra Señora de la O de Chipiona, la solemne bendición de la restaurada capilla del Sagrario, obras que han durado dos meses y medio, a cargo del restaurador Antonio del Moral, quien ha seguido con la estética en azulejos de la época, restaurando bóveda y columnas con remates de capiteles en pan de oro, dominando los fondos blancos y granates.

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