Las calles del pueblo se vistieron hoy de risas, pañuelos y carreras menudas. El sábado 19 de abril quedó marcado en el calendario como una jornada de pura alegría con la celebración del esperado Toro de la Infancia.
A la una en punto, bajo el sol suave de primavera y ante una Plazuela rebosante de emoción, el joven Alejandro Grosso González, flamante ganador del cartel anunciador del Toro de la Infancia, fue el encargado de sacar el pañuelo que dio vida al primer toro, al que con orgullo ha bautizado como "Morao". La chiquillería, con sus camisetas a juego y una mezcla de nervios y valentía en los ojos, echó a correr entre aplausos y sonrisas de mayores que, por un momento, volvieron también a su infancia.
A las 17:00 horas, la fiesta continuó con la salida del segundo toro de la Infancia, esta vez desde la Esquina de la Pita, que volvió a llenar de alegría y carreras las calles del pueblo. Más confiados, más atrevidos y con el alma llena de anécdotas, los pequeños toreaban con arte, con descaro y con muchas ganas de pasarlo bien.
Como broche de oro, la Peña del Toro Embolao de Vejer organizó concursos de recortes y de toro mecánico, donde no faltaron las caídas divertidas, los desafíos improvisados y una ovación tras otra. Padres, madres, abuelos, vecinos y vecinas... todos a una, celebrando una tradición que se hereda con cariño y se vive con pasión.
Hoy, el toro no tuvo cuernos afilados, pero sí el poder de unir generaciones y pintar de fiesta cada rincón del pueblo.