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Vejer

Las raíces de feria de Vejer: del trato ganadero medieval a la celebración popular

El origen de nuestra “Feria de Abril” se remonta a tiempos medievales, cuando se conceden privilegios reales para la libre celebración de mercados

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ESTAMPAS DE UNA FERIA CON HISTORIA

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El origen de nuestra “Feria de Abril” se remonta a tiempos medievales, cuando se conceden privilegios reales para la libre celebración de mercados, como puede comprobarse en los documentos que conserva nuestro municipio vecino de Medina Sidonia similares a los que existieron en el nuestro hasta la quema del archivo municipal en 1872. Con ello, se establecían las Ferias de Ganado, donde distintos tratantes y corredores vendían sus ganados en lugares anexos a los núcleos de población y con una periodicidad más o menos anual. Caballos, vacas, mulos, burros, cerdos, ovejas, cabras… se encerraban en los corrales de palos de madera que se levantaban en las cercanías de San Miguel para su mejor elección y muestra. En estos recintos, además de existir cercados y corrales para las bestias, irán apareciendo pequeños chozos que harían las veces de tabernas efímeras, donde comprador y vendedor tomaban vinos y chacinas para celebrar el trato. Además, concurrían en estos días, otros tantos mercaderes de baratijas, juguetes o dulces y otras personas dedicadas a labores relacionadas con el mundo ganadero, como eran arrieros, esquiladores, herradores…

Caballos, vacas, mulos, burros, cerdos, ovejas, cabras… se encerraban en los corrales de palos de madera que se levantaban en las cercanías de San Miguel para su mejor elección y muestra. En estos recintos, además de existir cercados y corrales para las bestias, irán apareciendo pequeños chozos que

En Vejer, desde hace varios siglos, la feria se ha celebrado en los llanos de San Miguel, rondando los meses de abril y mayo dependiendo del año. En los distintos archivos relacionados con el pueblo, se encuentran documentos que atestiguan este trasiego comercial, como es el caso de la obligación de venta de un caballo para la feria de abril de 1645, por parte del arriero Miguel González (vecino de La Barca) a Antonio Rodríguez; o las declaraciones que hace en su testamento el Presbítero Jerónimo de Figueredo en 1658, recordando que le deben ciertos maravedíes del ganado que vendió en la pasada Feria de Abril. Estos documentos sólo son dos ejemplos de los cientos que se conservan en el Archivo Histórico Provincial de Cádiz.

Posteriormente, en el siglo XIX esta práctica va tomando la imagen actual, a respaldo del auge de la feria de Sevilla. Aparecen unas casetas más sofisticadas y surgen las actuaciones flamencas y actividades de ocio, donde el pueblo podía divertirse. El ayuntamiento comenzaría a realizar una programación, donde incluiría concursos, iluminarias y retretas musicales.

En el año 1912, la prensa publicaba que en los días 10,11 y 12 de abril, habría iluminaciones eléctricas extraordinarias, música en los paseos públicos, cucañas, elevación de globos y fantoches, fuegos artificiales, compañías acrobáticas, batalla de confeti y serpentinas o carreras de cintas. Además, especifica que se dará limosna de pan a los pobres, algo que ha llegado hasta nuestros días, ahora en forma de guiso de carne de nuestro “Toro Embolao”.

Así, aunque más modernizada, ha llegado a nuestros días y en cierto modo, conserva su carácter ganadero con la exposición de reses.

En nuestros tiempos, es todo un logro que seamos unas de las pocas ferias que continúa llevando a gala el ser “ganadera”, el verdadero origen de la mayoría de las mismas. Desgraciadamente desde hace unos años, se ha dejado de lado a otro sector paralelo a ello, el taurino, tan típico de estas fiestas. Las Corridas de Toros, siempre tenían bastante concurrencia y afición, pero los costes de levantar la plaza portátil anualmente debilitaron los proyectos que fundamentaban la fiesta.

Su ubicación fue variando con el crecimiento del pueblo, pues desde la actual Avenida San Miguel y aledaños del cementerio, pasaría al parque de las Tres Ave Marías, donde están nuestros icónicos y antiguos molinos de viento. A inicios de siglo, de dicha zona, pasaría al Recinto Ferial La Noria, un lugar edificado ad hoc para la feria, adaptado a lo que ello conlleva y de accesibilidad variada. Se han perdido las tradicionales cucañas, torneos de futbol o espectáculos de fuegos artificiales, pero dentro de los actos tradicionales que se siguen celebrando, destaca su cabalgata.

Con el paso de los años, desde finales del siglo XIX, el carcater humilde de la vestimenta propia de las gitanas y mujeres vendedoras de la feria, una bata con volantes coloridos para realizar sus faenas, se fue convirtiendo en el atuendo de ocio para asistir a la feria por parte de las mujeres de la alta sociedad. Desde inicios del siglo XX, los vestidos de volantes, bordados… se extiende su uso, tras la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929 y su uso en las actuaciones flamencas españolas. Poco a poco, se fue haciendo hueco entre las clases populares, llegando a convertirse en el vestido que denominamos de Flamenca o Gitana, seña de identidad de la cultura andaluza. Se considera el único traje regional que va evolucionando con el tiempo, llegando a ser icono de la moda de nuestro país. Lo mismo sucede con el atuendo masculino propio de la feria, el traje de corto o gitano, con raíces en la vestimenta de tratantes, ganaderos, herradores… Hoy se utiliza sobre todo en el mundo del caballo, luciendo el jinete sus mejores galas bajo el sombrero característico.

En Vejer, se empieza a utilizar este tipo de trajes en los años 40 del pasado siglo y va en aumento hasta nuestros días. A finales de los años 60, el consistorio incita a su uso, en relación con la iniciativa de sacar una cabalgata con carrozas decoradas al uso, donde la reina y  damas de las fiestas lucieran en todo su esplendor, acompañadas de otras vecinas del pueblo y caballistas. Esta cabalgata sigue recorriendo las calles principales de nuestro bello pueblo, desembocando en el recinto ferial.

Sin duda, estos vestidos forman parte de la idiosincrasia de nuestra Feria de Abril, dando junto a los farolillos e iluminarias, gran colorido al real de la feria.

Otra de las cosas que han variado es la conformación de las casetas, lugares donde desde siempre la comida, el vino español y el baile están asegurados. Incluso se ha visto la evolución en la Caseta Municipal, siendo de estructura efímera hasta el tercer cuarto del siglo XX, cuando se edifica la Caseta “Los Almendros” y posteriormente, la actual, “La Noria”, de mayor envergadura y servicios. Pero antaño, taberneros de nuestra localidad montaban una caseta improvisada en San Miguel para estos días, con la única finalidad de tener un sitio donde ofrecer sus chacinas y bebidas, bajo la sombra y al “zocaire”, para aquellas sillas y mesas de tijera de madera. El ayuntamiento fue promoviendo el ornato de las mismas, entregando premios a las mejores decoradas. Así, estas efímeras construcciones realizadas de palos de eucalipto, puertas viejas, hojas de palmera, celosías… fueron derivando en casetas más elaboradas, aún más cuando se trataba de casetas particulares, donde colectivos del pueblo se reunían, como la Peña Acuario, Los Oliveros, Peña Albita…

Pero sin duda, la caseta de la “Peña Gallardo” se llevaba la palma. En el antiguo y emblemático recinto ferial de “Las Tres Ave Marías” y posteriormente en “La Noria”, levantaron casetas bastante elaboradas, mostrando fachadas ricamente adornadas que hacían de su conjunto, un lugar atractivo para sus socios y convecinos, ya que aunque fuera una caseta particular, la copa de vino estaba servida al visitante.

Desde 1971, el nutrido grupo de jóvenes vejeriegos formado por Antonio Morillo, Juan Rivera, Diego y José Barroso, Juan Melero, Manuel Altamirano, Paco Román, Jesús Daza, José Tello, Luis Vega, Paco Relinque, Antonio y Juan Pérez, Manuel Aragón, Luis Morillo, Antonio García, Luis Caro y Pedro Jiménez; no sólo participaron en el engrandecimiento de la Feria de Abril, sino que colaboraron en las Candelas de San Juan, Toro Embolao, cabalgatas de Carnaval, Navidades, Velada de Agosto… o montando un magnífico Belén de figuras en movimiento en su local de la calle Marqués de Tamarón. Sin duda, una de las entidades asociativas mas prolíficas de nuestra localidad en los últimos tiempos.

La historia de nuestra feria de abril puede dar mucho de sí, puede hablarse de numerosos aspectos relacionados con la misma, existiendo aún tradiciones que pueden vivirse en los próximos días, que aunque con variaciones, siguen manteniendo la esencia de los siglos, de aquella que siempre se denominó como “La Primera de España”, debido a que solía hacerse en la semana siguiente a la Semana Santa, algo que también cambió.

 

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