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Asociacionismo gastronómico

Cuando vean una medalla o una capa o cualquier otro atuendo, no vean un disfraz: vean a alguien que representa lo mejor de nuestra cultura gastronómica

Publicado: 11/05/2025 ·
15:00
· Actualizado: 11/05/2025 · 15:00
Autor

Pepe Oneto

Además de cocinero y docente culinario, comunicador, especialmente gastronómico, en prensa escrita, radio, televisión e Internet y escéptico por naturaleza

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El asociacionismo gastronómico: fuerza viva de la cocina española. La gastronomía española gana cada vez más reconocimiento, y ello se debe, en gran parte, al esfuerzo de diversos agentes que trabajan con pasión: medios de comunicación, instituciones, profesionales del sector y, sobre todo, las cofradías y asociaciones gastronómicas. Estas entidades, compuestas por mujeres y hombres comprometidos, desempeñan una labor clave en la promoción de nuestras tradiciones culinarias y en la defensa de los productos locales.

El asociacionismo gastronómico se ha convertido en un motor cultural y social que protege nuestras raíces. Las capas, medallas, estandartes, etcétera, que lucen los cofrades no son meros adornos: simbolizan la identidad de sus regiones y el respeto por sus productos. Lejos de ser un teatro, representan una forma solemne y sentida de reivindicar la riqueza de nuestra cocina.

Como presidente de Fecoan (Federación de Cofradías y Asociaciones Gastronómicas de Andalucía), tengo el privilegio de conocer de cerca esta realidad. En cada viaje por Andalucía, por España o fuera del país, encuentro personas entregadas, honestas y generosas que dedican su tiempo y energía a preservar y difundir nuestros sabores. Su trabajo, aunque discreto, es esencial para que nuestra gastronomía mantenga su prestigio y se proyecte hacia el futuro.

Ahora bien, no podemos obviar que, aunque son muy pocos, existen algunos elementos que, amparándose en la apariencia del asociacionismo gastronómico, pretenden servirse de él en lugar de servirlo. Utilizan este entorno para obtener un protagonismo personal o un interés propio que nada tiene que ver con los fines reales del movimiento. Afortunadamente, estos casos son aislados y no representan en absoluto la esencia de las cofradías, formadas en su inmensa mayoría por gente sana, auténtica y profundamente comprometida con su tierra.

Es fundamental destacar el papel de los productores agroalimentarios y marineros, que en tiempos difíciles encuentran en el asociacionismo un apoyo real. Las cofradías visibilizan su labor, ayudan a poner en valor sus productos y fomentan su reconocimiento público.

En este ámbito, quiero resaltar la figura de Juan Infante, secretario general de Fecoan. Emprendedor incansable, ha dedicado años a fortalecer el asociacionismo gastronómico, generando vínculos entre territorios y proyectando una visión moderna y participativa del mismo.

Recientemente he participado en actos significativos como el Capítulo de la Cofradía del Queso de Cantabria, donde tengo el honor de ser Cofrade de Honor, y el Capítulo de la Cofradía de Damas y Caballeros del Sabadiego de Noreña, donde he sido nombrado Caballero de Mérito. Asimismo, he estado presente en el capítulo anual de la Cofradía de Amigos del Olivo de Baena, una cita entrañable donde tengo el orgullo de ostentar el título de Embajador del Aceite de Oliva Virgen Extra de Baena.

En todos ellos pude comprobar la enorme calidad humana y el compromiso de los asistentes. Es un privilegio formar parte de esta gran familia que, con esfuerzo y corazón, defiende lo mejor de nuestra tierra y nuestro mar.

Mi reconocimiento y aplauso a todas las personas que integran este movimiento. Cuando vean una medalla o una capa o cualquier otro atuendo, no vean un disfraz: vean a alguien que representa lo mejor de nuestra cultura gastronómica.

¡Bravo por el asociacionismo gastronómico español!

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