El éxito en las ventas de los dos libros publicados hasta entonces me pareció un buen aval para dar el siguiente paso, algo que llevaba anhelando mucho tiempo y que me hacía tanta ilusión como publicar un libro.
Con todo el respeto que se le puede tener a alguien que admiras por su manera de escribir, la conversación con Younes fue cordial y fructífera. Había conseguido mi objetivo: escribir un artículo cada quince días en el periódico de mi pueblo. Parece que fue ayer, pero acabo de cumplir ocho años escribiendo en el Viva. Recuerdo perfectamente mi primer artículo, que lo dediqué a un buen amigo: Antonio Picazo.
A lo largo de todo este tiempo he acumulado un sinfín de bonitos recuerdos, pero me quedo sin duda con uno muy especial. El teléfono me sorprendió un domingo por la mañana. Al otro lado de la línea, una madre emocionada me agradecía el recuerdo que tuve para su hijo. Creo que los que tenemos la oportunidad de escribir en un medio público debemos aprovecharla para algunas reivindicaciones que consideremos oportunas, con todo el respeto del mundo, por supuesto.
Yo solicité un reconocimiento para la labor, inmensa en mi opinión, de una persona que fue un referente importante en la Cultura de nuestro pueblo, cuyo nombre paseó por todas partes. El reconocimiento llegó, pero pienso que Pedro Quirós merece mucho más que un rincón. Así pues, seguiré con mi cruzada, porque el que no llora no mama.
También me apetece recordar a todo un maestro como Chan, que fue mi compañero en aquellos comienzos. Me parece un honor inmenso que se siga dando el caso de que alguien me pare por la calle para felicitarme por mis artículos y decirme que los buscan con ganas para leerlos cada vez que sale un nuevo periódico. Al fin y al cabo, es lo que yo hago también cada quince días: buscar el escrito del genial “Niño de la Ica” para aprender algo de su sabiduría.
En la película “Una mente maravillosa” hay una escena que me encanta. En el comedor de la universidad de Princeton, los profesores de dicho centro se van acercando a la mesa donde está sentado uno de sus compañeros, el protagonista de la película (John Nash). Poco a poco, cada uno deposita en la mesa su bolígrafo para dárselo a Nash. De esa manera, los profesores muestran su reconocimiento a la trayectoria del profesor.
Comento esa escena porque imagino la satisfacción del personaje de la película al recibir esos bolígrafos. Salvando las distancias, si me lo permiten mis compañeros articulistas, así me siento yo cada vez que comparto mi artículo en el grupo de WhatsApp del periódico y ellos me felicitan por el escrito. Esos detalles y los que me demuestran por la calle, como he comentado antes, me aportan energía para tener ganas de escribir durante otros ocho años más, por lo menos.
Suelo decir que la finalidad de cada persona debe ser dedicarse en alguna ocasión a lo que realmente le guste. Gracias a Viva Barbate, yo lo llevo haciendo ocho años.
