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Notas de un lector

Distopía plural y femenina

Esta antología es un territorio en llamas, un jardín oscuro donde florecen palabras como brasas

Publicado: 15/07/2025 ·
18:08
· Actualizado: 15/07/2025 · 18:08
Autor

Jorge de Arco

Escritor, profesor universitario y crítico. Académico de la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras

Notas de un lector

En el espacio 'Notas de un lector', Jorge de Arco hace reseñas sobre novedades poéticas y narrativas

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Esta antología es un territorio en llamas, un jardín oscuro donde florecen palabras como brasas. Cincuenta y dos mujeres -una constelación de voces que arden en distintos tiempos y geografías- se reúnen aquí no para ordenar el caos, sino para nombrarlo, para mirarlo de frente con una lucidez que corta como el filo del agua.

Bajo el título de “Distopía [en femenino]”, la granadina ElenvésEditoras, ofrece un mapa que guía sin extravíos. Cada poema es una grieta por la que se cuela una luz cómplice y necesaria. Porque hay en estas páginas un temblor que abre y adorna un mundo que no cede y deja sangrar sus versos con dignidad y belleza.

A cargo de la edición ha estado Pepa Merlo, quien, sin ambages, afirma en su pórtico el propósito de esta compilación: “Construir una única voz con cincuenta y dos matices dispares, una reunión jocosa, bajo la leyenda de la distopía, con una mirada insólita de la vida, de las pequeñas cosas, de las sensaciones que la llenan, con el júbilo y el entusiasmo que provoca siempre compartir la palabra en páginas donde intervenir en un diálogo con otras voces, es y debe ser un acto enriquecedor”.

Las escritoras que integran esta antología -dibujadas con sabio tino por la mano de Juanfran Cabrera- no escriben desde la torre, sino desde el umbral. Hablan desde el cuerpo, desde la memoria, desde lo fragmentario, desde lo invisible. En sus versos, lo cotidiano se transfigura: una blusa, un Long Play, un espejo, una habitación, una ausencia, una caricia o un ruido en la madrugada, se convierten en símbolos del derrumbe y la resistencia.

La distopía, lejos de ser aquí un simple marco temático, es una lente reveladora: desvela lo que el universo suele esconder. No es solo la proyección de futuros oscuros, sino también la radiografía del presente: la violencia que persiste, la soledad que se hereda, la opresión que se disfraza de costumbre. Pero también, en contrapunto, el fuego del deseo, la ternura como acto político, el verbo como asilo y estallido.

La pluralidad de voces convoca un tejido coral: hay poetas del susurro y poetas del grito, de la herida y del canto, de la contemplación y de la furia. Algunas escriben como quien sopla cenizas, otras como quien golpea con puños de tinta. Pero todas -sin excepción- nos invitan a despertar en medio del sueño impuesto.

En su prólogo, Anna Caballé incide en que “las poetas cuyas voces están presentes en Distopía salen en busca de su propio horizonte vital, no exento de una conciencia eminentemente crítica con el entorno”. Y, en verdad, al leer este florilegio, cada cual podrá internarse en una selva de espejos donde cada reflejo nos interpela: ¿Qué mundo habitamos?, ¿qué mundo imaginamos?, ¿qué mundo aún no hemos nombrado? La poesía, aquí y ahora,como pregunta infinita.

El volumen se abre con Julia Uceda (1925) y se cierra con Rosa Berbel (1997). Entre medias, otras cincuenta propuestas -María Victoria Atencia, Ana Rosetti, Ángeles Mora, Trinidad Gan, Amalia Bautista, Marta López-Luaces, Ángela Vallvey, Josefa Parra, Luisa Castro, Esther Morillas, Inma Pelegrín, Pilar Adón,  Mónica Francés, Gracia Morales, Marga Blanco, Yolanda Castaño, Olalla Castro, Nieves Chillón, Lola Nieto, María Elena Higueruelo…- que comparten la comunión con la palabra como acto de supervivencia,  como acto de consuelo,  y que es, a su vez, conjuro, rebelión sutil contra el silencio.

 

Esta antología no se lee: se habita. Se recorre como se recorre una realidad infinita, con los ojos abiertos y el corazón entre las manos.

 

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