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La sobremortalidad por cáncer en la comarca se debía al tabaco

Descartada de una manera directa la implicación de las empresas implantadas en la zona

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Mucho se ha escrito y hablado sobre el cáncer en el Campo de Gibraltar. Este lugar del sur de España realmente ha tenido un alto índice de mortandad por esta enfermedad, la cual siempre se ha achacado a los gases que emiten las distintas fábricas ubicadas en la zona (Acerinox, Cepsa., Petresa...).

Sin embargo, un estudio reciente, que se ha visto plasmado en dos libros (Sobremortalidad por cáncer en el Campo de Gibraltar: El medio social, la piedra clave, y Camino de Gibraltar: Dependencia y sustento en la Línea y Gibraltar) viene a erradicar este mito, achacando a otros factores que esta comarca esté a la cabeza de casos de este mal que aún hoy en día nos afecta.

Ambas publicaciones han sido editadas por la Secretaría de Salud Pública de la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía.

El primero de ellos es autor Antonio Escolar Pujolar, médico especialista en Medicina Preventiva y jefe de sección de Epidemiología del Hospital Universitario Puerta del Mar de Cádiz.

Junto a este volumen, se ha publicado otro, complementario y emplazado en el mismo proyecto, de la antropóloga Beatriz Díaz Martínez. A partir de nueve historias de vida, Díaz reconstruye las condiciones de vida de los habitantes de la Línea que vivían (“se buscaban la vida”) de la cercanía de la colonia de Gibraltar.

Estos trabajos se inscriben en un proyecto de investigación, dirigido por el propio Antonio Escolar, que pretende dilucidar las causas sociales de la sobremortalidad por cáncer en la comarca del Campo de Gibraltar.

Este hallazgo se ha llevado a cabo a partir de métodos epidemiológicos cuantitativos en los que se destacaba la notable sobremortalidad por cáncer, que en un principio se asociaban con la exposición a los polígonos industriales, puestos en marcha a finales de los 60

La investigación de Escolar concluye que las causas de la sobremortalidad hay que buscarlas décadas atrás, antes incluso de los polígonos industriales (Cepsa se instaló en la comarca en 1967 y según este estudio el mayor índice de fallecimientos fue entre 1975 y 1979, cuando según todos los investigadores el periodo de latencia de una enfermedad -lapso de tiempo entre la exposición causal de una enfermedad y la aparición de las manifestaciones- como el cáncer debe ser superior a los 15 ó 20 años), en el medio social de la comarca, cuando la proximidad a la colonia de Gibraltar condicionó, entre otras cosas, una disponibilidad de tabaco muy barato y un consumo muy elevado del mismo entre los hombres. Las pobres condiciones sociales de vida, junto con el tabaquismo y el alcoholismo, consecuencia de lo anterior, y la exposición al amianto de los trabajadores de los astilleros, podrían ser eslabones importantes de la cadena causal de la sobremortalidad, que no debería ser reducida a la exposición ambiental industrial.

De este modo, el cáncer en la comarca estaría condicionado a la necesidad de la población de trabajar y en aquella época, donde más había, era en Gibraltar, aunque con unos sueldos bajos que obligaban a los primeros contrabandos de tabaco, uno de los pilares de la economía del peñón. Así, la sobre exposición al humo tuvo mucho que ver en esta enfermedad toda vez que era en los hombres donde más se manifestaba el cáncer de laringe.

Se observa que el perfil de la sobremortalidad era mayor en hombres y con tumores relacionados con el consumo de tabaco, alcohol y exposiciones laborales de riesgo (por ejemplo, exposición a amianto).

Las conclusiones de este trabajo apuntan a que la historia del territorio y de las condiciones y modos de vida y trabajo de la población en esta comarca, y de las estructuras del poder político y económico asociadas, permiten entender mejor el panorama de esta enfermedad, por lo que mantener el análisis sobre los problemas de salud sin tomar en consideración el medio socioeconómico limita el conocimiento científico sobre las “causas de las causas” de la sobremortalidad por cáncer.

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Este estudio también hace una mirada al presente, aunque el periodo publicado sólo hace referencia al periodo comprendido entre el año 2000 y 2004.

Según el mismo, en este tiempo en las mujeres ha aparecido una sobremortalidad en afecciones cancerígenas de colon-recto, anteriormente inexistentes, mientras que ha desaparecido el de estómago.

La aparición del cáncer de colon-recto, también en el hombre, parece estar provocado por los posibles problemas locales de accesibilidad-disponibilidad en su diagnóstico y/o tratamiento.

En el caso del genero femenino se ha incrementado igualmente el de mama.

Los datos señalan que las cifras elevadas de mortandad por un tipo determinado de cáncer han disminuido considerablemente. Así, en el hombre, el tumor pulmonar, causa de un elevado número de fallecimientos entre 1975 y 1974 (170) en comparación con el periodo 2000-2004 ha descendido a 134, mientras que en mujeres ha decaído afortunadamente el de esófago. Destaca también que la sobremortalidad por cáncer de útero ha disminuido ya que entre en el periodo 75/79 era de un 11%, entre el 2000 y 2004 ha bajado al 5%.

Se destaca también que la desigualdad con respecto a España ha disminuido en casi todas las localizaciones en hombres, excepto en las leucemias (también en la mujer). Destaca igualmente la bajada en las causas ligadas al tabaco, alcohol y ocupación, especialmente en boca, faringe y esófago.

Jubilación anticipada
El tabaco es uno de los factores que predice mayormente la jubilación por incapacidad laboral debido a la EPOC. Concretamente, los fumadores activos tienen 20 veces más riesgo de incapacidad laboral por esta enfermedad que los no fumadores y 3 veces más que los ex fumadores. Y la vinculación se hace tanto más acusada cuanto mayor es el consumo acumulado en paquetes por año y cuanto más temprana es la edad de inicio del consumo.

Estos datos, que pertenecen a la revisión de un estudio publicada en la revista Prevención del Tabaquismo por el doctor Francisco Javier Álvarez, del Grupo de Tabaquismo de Neumosur, “suponen un argumento más para emplear todos los recursos económicos posibles en prevenir el consumo y apoyar con tratamientos farmacológicos contrastados la deshabituación en fumadores”.

En un contexto de ajustes presupuestarios, Neumosur advierte a las administraciones que los recortes en las políticas activas contra el tabaquismo pueden salir muy caras no sólo desde el punto de vista sanitario sino también desde el punto de vista económico. “La edad media de incapacidad laboral debido a la EPOC se sitúa entre los 56,2 años, con un rango que oscila desde los 36,7 a los 64,8 años”, explica el Álvarez, que señala que estos datos dan idea de la magnitud del problema desde el punto de vista de la sostenibilidad del sistema público de salud y de la propia competitividad económica. A estos datos sobre la incapacidad laboral hay que sumar los asociados al absentismo laboral y a la menor productividad de los trabajadores fumadores a lo largo de sus vidas. “Parece un sin sentido que mientras la edad de jubilación se retrasa y los gobiernos estudian cómo mejorar la competitividad y el funcionamiento del mercado laboral, se deje de actuar sobre factores como estos, que introducen claramente ineficiencia”.

Por ello, Neumosur pide al nuevo Gobierno Central y al que se forme en Andalucía tras las elecciones del 25 M que no lleven los ajustes presupuestarios a las políticas contra el tabaquismo, antes bien, que aumenten sus esfuerzos para prevenir y luchar contra esta gran plaga. En este sentido, subraya que cualquier inversión destinada a desincentivar el consumo, prevenir y actuar contra el hábito tabáquico siempre tendrá más beneficios que costes, y recuerda que una enfermedad como la EPOC, que en el 70% de los casos es atribuible al tabaquismo, genera unos costes sociales, laborales y sanitarios, que suponen 2.400 millones de euros/año (2% presupuesto anual del Ministerio de Sanidad y Consumo y un 0,25% del PIB).

Neumosur cree que las políticas públicas contra el tabaquismo, además de mantener de forma inflexible la prohibición de fumar en los espacios cerrados, deben incluir la eliminación de la publicidad y el endurecimiento las medidas fiscales contra el tabaco, pues por cada 10% que sube el precio de venta al público del tabaco, disminuye la prevalencia de tabaquismo en los adolescentes entre un 7-10%.

Los especialistas recuerdan que el tabaquismo es una enfermedad adictiva crónica y recurrente, reconocida como tal por la OMS y que por tanto es fundamental que se apoye decididamente a las personas que quieren dejar el tabaco y no pueden, con la inclusión de tratamientos para la deshabituación en la financiación pública sanitaria y la potenciación de las Unidades Especializadas de Tratamiento del Tabaquismo, un hecho que sigue siendo la gran asignatura pendiente de las políticas de prevención y tratamiento del tabaquismo.

En este sentido, los neumólogos apuntan que en los últimos años no sólo no se han potenciado estas unidades, sino que por el contrario en muchos casos se han eliminado las que funcionaban de forma correcta.

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