orren malos tiempos para el empleo y para los derechos de los trabajadores. En Cádiz, su Bahía ve cómo desaparece poco a poco toda su industria. El jueves, miles de gaditanos se echaron a la calle para demandar empleo y el mantenimiento de la industria, por ello esta semana nos hemos acercado a hablar con Salvador Mera, secretario general de UGT en Cádiz.
—¿Qué valoración realiza de la manifestación del pasado jueves en defensa de la industria en la Bahía? Y ¿Son necesarias este tipo acciones?
—Sí. Te voy a contestar primero la última pregunta. Este tipo de acción es necesaria porque la vocación industrial que tiene esta provincia no se puede dejar en el olvido. Vivimos un momento en el que las cosas están muy dispersas. Hay quien plantea que la salida de la provincia de Cádiz, está en el turismo. Hay quien plantea que la solución de Cádiz no pasa sólo por la industria o los astilleros. La preparación de los trabajadores de estas navieras es de un calibre y una calidad que no tiene parangón en todo el país. Nosotros reclamamos este tipo de industria porque Cádiz y como el resto de Andalucía y España siempre ha padecido el mismo problema: una industria puntual, pero luego un gran abandono. Nosotros decimos que la industria es fundamental, y que puede ir de la mano del turismo. Pero no podemos basar nuestro futuro sólo y exclusivamente en el turismo. Hay quien está planteando algo muy preocupante como es que nos convirtamos en el paraíso de Europa. Cuidado con los paraísos. No podemos ser invadidos por noruegos, suecos, alemanes y daneses y nos dediquemos a cuidar ancianos de muy buena posición económica. Esto suelo pasar cuando llega una crisis porque el Estado siempre llega tarde, por lo que el trabajador se tiene que buscar la vida. La consecuencia de esto sería un gran desequilibrio y la desaparición de la industria en la provincia, y mantenerla es fundamental porque llegará un día en que los chinos ganen un buen sueldo y ya no serán tan competitivos como ahora. Hay que mantener las estructuras industriales y profundizar en la preparación de los trabajadores. Por otro lado hay que apostar por la inversión de capitales propios y no apostar como siempre se ha hecho por la especulación. Hay que asentar la industria y precisamente industrias como la del metal están muy asentadas en la provincia. También apostar por la producción de energía, puesto que excepto la nuclear, tenemos todo tipo de centrales de producción ya instaladas, eso sí huyendo de las zonas oscuras y abriendo al diálogo para que no ocurra como con la instalación de aerogeneradores, que hay zonas con paisajes casi destrozados como el que va de Vejer a Tarifa o de Tarifa a Algeciras.
—¿Y qué valoración hace de la manifestación?
—¿Comparado con qué? Creo que estuvo bien porque acudió muchísima gente que trabajaba en la industria, muchos padres con sus hijos, muchos representantes de toda la sociedad gaditana. Y además llegaron gente de otras poblaciones como San Fernando, Chiclana, Puerto Real, de Jerez o Algeciras. También es cierto que nosotros ya no podemos con ciertos gastos porque traer a mil personas de Algeciras tiene un coste y además luego la policía va a contar sólo cinco mil, qué más dará. Y digo esto porque hay veces que los titulares parecen escritos desde antes de la manifestación. Por otro lado, también tenemos una mezcolanza de sentimientos. Los recortes que se han efectuado, y los que vienen, es una amenaza constante, por lo que el ambiente en las manifestaciones es el positivo, es bueno, aunque claro está, al fútbol va más gente porque es más divertido y compromete menos. La lucha compromete siempre.
—¿Qué demanda su sindicato a las administraciones para solucionar problemas como la falta de carga de trabajo en las tres factorías de Navantia en la Bahía?
—Hombre, ofertar. Ofertar a otros países la tecnología y la especialidad que tenemos. Uno de los tres astilleros más preparados de España está en la Bahía y de los que más capacidad tiene. Es cierto que el astillero de Puerto Real nació de las ideas grandilocuentes de la dictadura. La idea era que allí se construyesen barcos que navegaran a Oriente pasando por el sur de África. Para ello hacían falta barcos de gran tonelaje para que fuesen rentables. De ahí nació la idea de este astillero. La situación de la Bahía de Cádiz, en aquellos años, no era tan complicada como para necesitar esa infraestructura. Ocurre igual con el segundo puente que en realidad no es necesario y sin embargo ha sido una apuesta de los grandes partidos. También genera empleo, pero al final Cádiz necesitará una enorme rotonda para poder dar la vuelta porque por las dos entradas que tenemos hoy, ya no se cabe, imagínate cuando haya otra entrada. En fin, sobre Navantia, hoy la administración, y la propia empresa, deben buscar mercados. Y es que creo firmemente que somos competitivos, pero debemos competir en calidad, en tecnología y en seguridad. Y es que tanta baratura no es bueno para la mar.
—¿Cómo vive el sindicato la discusión que mantiene el PP y el PSOE sobre la firma de los BAM?
—Aquí el día que al político que cojan mintiendo lo metan en la cárcel, a lo mejor nos quedamos sin políticos. Lo cierto es que la sociedad está muy cansada de la política porque eso dije que no quiero que se generen expectativas con la Mesa de la Industria, porque aunque se alcance un acuerdo sobre cuánto y dónde invertir, harían falta los recursos. Y sin recursos, pues todas las mesas que haya serán una pérdida de tiempo, al tiempo que las asociaciones sindicales también entraríamos en el grupo de los mentirosos. ¿Qué hacemos nosotros en un sitio donde no se puede hacer nada? Lo veremos este martes (cuando se reúne por primera vez). Nosotros no queremos generar ninguna falsa expectativa. Nosotros entendemos a los partidos políticos de esta provincia y nosotros nos sumaremos a ellos pero sin entrar en cuitas políticas. Nosotros representamos a los trabajadores y queremos trabajo, queremos claridad sobre qué se quiere hacer. Claro que también aportaremos ideas sobre qué hay que hacer, pero los recursos los debe poner el capital privado y las administraciones públicas, con el consenso político.
—¿Es un buen momento para consensos?
—Yo creo que sí. Porque estamos más allá del momento electoral, que ya pasó. El PP tiene mayoría en España, el PSOE gobierna con IU en Andalucía, y no hay elecciones a tres años vista, con lo cual es un buen momento para buscar el consenso. Lo que pasa es que la última vez que estábamos en un momento así, no hubo tregua. La última campaña electoral ha durado cuatro años. Han estado cuatro años tirándose piedras unos a otros, y los que perdemos somos los ciudadanos. Hay un desprestigio de la clase política, que salpica incluso a los sindicatos porque somos interlocutores directos entre los trabajadores y los políticos.
—¿Qué opinión tiene de todo lo que ha ocurrido con el tema de las ayudas a la reindustrialización o casos como el de Gadir Solar que un año antes de cerrar sus puertas recibió una indemnización para el mantenimiento del empleo?
—Esto lo sumo a otra cuestión. Lo ligo a la deslocalización de las empresas. ¿Había controles suficientes para que esto no pasara? Con anterioridad sí los había, y se dijo que hay empresas que para cumplir con estos objetivos no vendrían a la provincia. Entonces habrá que quitar controles y es lo que ha pasado. Pienso que es necesaria una legislación nacional e internacional contra la deslocalización de las empresas sería útil para todos. Hay empresas mineras, caso de Boliden, que se han marchado dejando una enorme deuda con la Seguridad Social y con los trabajadores… y están en Suecia, no se han ido del mundo. Hace falta legislarlo, igual que el Banco Europeo no te deja deber más de lo que puedas pagar, a las empresas igual. Las empresas saben bien dónde instalarse, dónde pinchar y se conocen bien el mundo. También hemos tenido mala suerte, desde Delphi, luego Visteón, Gadir Solar, y es que a perro flaco todo son pulgas. Y esto es desolador, pero aún así admiro la serenidad de los habitantes de esta provincia.
—¿El conflicto de Delphi está cerrado?
—Sí, como tal sí. El personal de Delphi, gracias a su unidad, sigue reivindicando el trabajo que le prometió la Administración, y es lógico que lo hagan, aunque el resto de la sociedad diga a mí cuándo me toca…
—Pero usted habla de unidad…
—La unidad es importante. No sé cuánto empleo podemos generar, hace cinco años parecía que teníamos que traer gente de terceros países para cubrir la oferta de empleo que iba a tener esta provincia. Pero por lo visto, era un castillo de naipes, o el cuento de la lechera. La verdad es que la crisis ha provocado muchas desilusiones y la ruina de muchos ayuntamientos que adecentaron suelo industrial. Y es que las crisis sólo la pueden prever unos pocos que son los que manejan el mundo.
—¿Sirve la crisis como excusa para minar los derechos ya adquiridos de los trabajadores?
—Para minar no, para destruirlo. He calificado en varias intervenciones que lo que está ocurriendo nos retrotrae a las ordenanzas laborales de los tiempos de Franco. Pues no, sobre el papel va más allá. Mina y lastra todos los derechos. El PP con su Gobierno en mayoría tiene cierto ánimo de venganza contra la clase trabajadora en general. Y por supuesto contra sus organizaciones sindicales y sobre todo, contra la UGT y CCOO. Pero es lo único que le queda que le puede hacer frente, a pesar de nuestras debilidades, pero mantenemos el ánimo de lucha. A nosotros nos tienen que pelar y ahora estamos, por suerte, en democracia, y ya no se nos puede fusilar como ocurría en la dictadura. Ahora estamos en una época de lucha y llamo a la población a la calma porque es una lucha sostenida en el tiempo y larga.
—¿El trabajador entiende que por un lado se le recorten sus derechos y los servicios públicos básicos, mientras que se inyecta dinero público a la banca privada?
—Desde un punto de vista casi ignorante como el mío, sobre todo en cuestiones de la banca, es un desastre más, un desastre sin precedentes. Pero los expertos dicen que sin esa inyección de dinero público, el coste sería aún mayor. En este sentido, yo le doy dinero a la banca, pero a la cárcel tienen que ir todos los que han robado y todos los que han gestionado de forma tan mala. Eso sí, cobrando grandes sueldos. Tienen que devolver todo el dinero, con su sueldo, igual que hace un pobre cuando le quitan su casa. Así el día que ese gestor esté en otra empresa, su nómina sea intervenida, algo que les pasa a los pobres todos los días. Esta es la poca vergüenza que se ha ido amasando durante siglos.
—¿Se sienten los sindicatos atacados en estos últimos meses, sienten que apuntan hacia vosotros?
—Claro que nos han apuntado directamente, lo que pasa que creo que al final les está haciendo daño a ellos mismos. La gente que nos conoce nos valora por lo que hacemos todos los días, por lo que hemos hecho en los últimos treinta años. Y sabe que llevamos tiempo diciendo, incluso durante la bonanza económica, que había que cambiar el tejido productivo, que el país se desangraba a la menor presión de los mercados, como así ha sido. A nosotros no nos van a premiar por ello. Respecto a si hemos sido atacados, sí. Y de una manera brutal como jamás había sido criticada ninguna organización en este país. Todavía cuesta asumir que la sociedad no ha superado la Guerra Civil y la posterior dictadura, porque nuestros valores eran los anteriores al golpe de Estado de Franco. A nosotros nos han atacado ahora a través de otra arma mortífera como son algunos medios de ‘incomunicación’. Eso sí, sólo quiero que la gente que cobra por escribir esos artículos duraran cien años más. Aquellos que escriben mentiras sobre las centrales sindicales, y que saben que son mentiras, tengan una muy larga vida. No hay mejor remedio para la ignorancia y la prepotencia que una larga vida.
—Tanto UGT como CC.OO advirtieron que tanto la primera reforma laboral del anterior gobierno socialista como la actual del PP no iban a generar empleo, como así ha sido… pero ¿por qué se sigue en ese camino?
—Porque la mentira la quieren llevar hasta las máximas consecuencias. Este gobierno, con su mayoría absoluta, quiere transformar la sociedad de este país. Es decir, a España no la va a conocer ni la madre que la parió. Dicen que esto no puede ser así, que somos europeos… eso es mentira. Alemania nos lleva 50 años de adelanto, no podemos compararnos, no podemos ir a su ritmo. No tenemos nada que ver, somos latinos y gracias a ello hemos vendido las grandes marcas, los grandes pensadores, los grandes investigadores de este país. Aquí se ha vendido todo, ya no queda nada. Creo que el PP quiere transformar esta sociedad, quiere que este país sea como EE.UU pero sin su industria, sin su capacidad de producción de riqueza… Quieren eliminar a la clase media. Ellos llaman privilegios a que los trabajadores negociemos un convenio laboral, unos días de vacaciones, etc… pero no son privilegios, eso ha costado sangre. Creo que la sociedad se va enterar muy bien en estos cuatro años de lo que significa votar a la derecha… y eso que los partidos de izquierda han metido la pata muchas veces.
—Cuando alguien foráneo analiza las cifras de paro de esta provincia siempre se pregunta lo mismo… ¿Cómo es posible que no haya una revuelta social?
—Miedo me da, porque si la revuelta social es pacífica y en la calle, el gobierno deberá tomar nota y derogar algunas de sus decisiones. Por eso siempre apuesto por una revuelta pacífica porque a mí lo que no me gustan son las explosiones. Las organizaciones sindicales de clase siempre hemos preparado a los trabajadores para la lucha, aunque digan que esto es una falacia. Yo creo que no, la lucha de los trabajadores siempre tiene que ser pacífica, juntándonos más y mejor organizados. Nosotros somos más que los ricos, que son muy pocos, aunque hay gente que se cree rica por tener cosas, algo que nos viene de los años de bonanza económica. Ahora la mayoría tenemos una casa, es decir, ya tenemos algo que perder. De todas formas, contamos con la solidaridad familiar, que es un colchón en estos tiempos. También es cierto que los trabajadores y los pueblos siempre nos buscamos la vida, porque los Estados siempre llegan tarde. Pero estamos en un momento de una delicadeza terrible y espero que no estalle una revuelta social porque siempre perdemos los mismos. Deseo lucha desde la calma y la paz.
—¿Le pareció violenta la manifestación de los trabajadores de los astilleros?
—Pues no. Me pareció mucho más violenta la actuación del subdelegado del Gobierno y de las autoridades que han cortado durante una semana y media el carril central del puente Carranza para generar una imagen que no es real. La imagen de violencia la genera el subdelegado del Gobierno cuando este jueves valló la sede como si fuéramos a atacarle, cuando escondió un número exagerado de furgones de policía. Cortar el carril central con obstáculos para dar una imagen de que el puente estaba dañado, y sólo había fundida dos luces indicadoras, de las cuales hemos prescindido durante años, eso me parece muy fuerte.