He leído con pavor en la prensa del manicomio que por lo visto aquí no se salva de los recortes ni el que inventó las tijeras. ¡Qué racha más mala llevamos! Después de recortarnos hasta la respiración ahora se les ha ocurrido a los padres de la patria que las penas vienen solas y salen gratis, pero que las alegrías producen envidia y hay que pagarlas. A los inocentes, que teníamos una fe inquebrantable en la lotería y en sus efectos beneficiosos no solamente para la sociedad sino también para nosotros mismos, se nos ha arrugado la cara y se nos ha venido el mundo abajo.
Estos del Gobierno, que dicen que nos están gobernando aunque ellos saben que esto no es gobernar sino otra cosa de tinte más erótico, se pasan el día echándoles las culpas a los anteriores y buscando todos los viernes de dolores la forma de sacar dinero hasta debajo de las piedras. Y lo tendrían fácil, si dirigieran sus miradas hacia donde no las quieren dirigir ni a tiros. ¿Les doy una pista? No, que después dicen que estoy loco. Pero ya han encontrado el filón. A todo el que le toque la Lotería le va a tocar al mismo tiempo la satisfacción de contribuir a los ingresos del Estado soltando un 20% del premio. Poquito a poco estos señores nos están quitando las poquitas alegrías que nos iban quedando. A mí no me han fastidiado de momento, porque juego muy poco. Pero, si un día me da por jugar, tiene guasa la cosa y me darían el disgusto de mi vida.
Llegarán las Navidades y ni el gordo será ya tan gordo ni la pedrea pasará de simple arenisca. No sé si los niños de San Ildefonso pregonarán también el recorte después del número y de los euros, pero seguro que en Cataluña, que es donde siempre toca, correrá menos champán sabiendo el destino de un dinero que la suerte puso en manos de los agraciados por la fortuna y que ahora se va a dedicar por la misma cara a sostener cosas tan peregrinas como por ejemplo el Senado o cualquier embajada del nacionalista de turno. Y lo que es peor: a este ritmo llegará un día en que nadie querrá que le toque la lotería, porque al que le toque el gordo todo el mundo lo señalará con el dedo índice y lo pondrá de tonto del culo por ingenuo.
Se creía Cristóbal Montoro que lo habían puesto ahí por sus conocimientos. No. Lo han puesto ahí por su nombre y en parte por su apellido. No en vano Cristóbal Colón descubrió nuevos mundos y Rajoy pensó que para eso de descubrir los Cristobalitos son únicos. Mariano trataba de descubrir de dónde podía sacar más euros y puso a Montoro, que ha entrado al trapo y no le ha defraudado. A mí me hubiera parecido buena medida, incluso corta, si automáticamente hubieran bajado el recibo de la luz o el butano o el agua o el pan o los artículos de primera necesidad.
Yo me imagino que cuando estos lleven en el poder doscientos años (ése es el inconfesable deseo de los políticos que aquí se estilan a todos los niveles) se habrán olvidado del tema y no nos recordarán más la herencia recibida. Ya sabemos que era una herencia impresentable, pero por lo visto no sería plato de mal gusto para estos señores que ahora se quejan de haberla recibido y que incluso daban la vida por conseguirla.
Espero que a todos ustedes les toque la Lotería y que no les venga una depresión al enterarse de lo que van a hacer con parte del dinero que la suerte puso en sus manos. Y ahora a esperar con resignación la nueva ocurrencia de los que mandan.