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Lo que queda del día

Ganar a toda costa

La UCI ha desposeído a Armstrong de todos los títulos obtenidos en su brillante, aunque tramposa, carrera. Tan brillante como inútiles fueron en su momento los sistemas de prevención de dopaje

En la secuencia inicial de El último boy scout, un jugador de la NFL (la liga de fútbol americana) se hace con el balón y emprende una carrera para anotar el touchdown que debe decidir el partido. A medida que va ganando yardas comienzan a interponerse en su camino los jugadores del equipo contrario para impedir que anote el tanto. Cuando percibe que su gesta es imposible, desesperado, se saca un revólver de la cintura y empieza a disparar y derribar a los rivales hasta despejarse el pasillo que le lleva a la línea de fondo en busca de los puntos. Había en juego una suculenta apuesta.

Es un caso tan ficticio como extremo, pero responde a esa necesidad tan extendida y a veces tan aceptada de “ganar a toda costa”. Dicen también que ése era el lema del equipo ciclista US Postal, en el que militó Lance Armstrong durante sus grandes años de gloria, aquellos en los que subió siete años consecutivos a lo más alto del podio parisino del Tour de Francia, y que bajo ese lema se fraguó toda una sofisticada trama de dopaje que fue la que hizo del tejano aquel extraterrestre que fundió los registros de nuestro Miguel Indurain.

“No hay lugar para Lance Armstrong en el ciclismo”, confesaba ayer el presidente de la UCI, que le ha desposeído de todos los títulos obtenidos en su brillante, aunque tramposa, carrera deportiva. Tan brillante como inútiles fueron en su momento los sistemas de prevención de dopaje. De nada sirven ahora los golpes de pecho, la justicia deportiva ejemplarizante, y mucho menos que borren el nombre de Armstrong del histórico del Tour.

Aquellas carreras las ganó él, hizo historia con ellas y forjó nuevas pasiones en torno a un deporte maravilloso que los propios organizadores de las vueltas han desvirtuado planificando etapas para súper hombres, no para deportistas. Y el deporte es competición, y en cualquier competición todos quieren ganar, y muchos de ellos a toda costa; tal vez debieron tenerlo presente ante la evidencia de las insuperables condiciones de aquel ciclista antipático que, además de superar a Miguelón haciendo trampas, nos birló a Sheryl Crow, y eso sí que es imperdonable.

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