Dos caras comienza a tener este Sevilla de Míchel. Una, la que muestra domingo a domingo en Nervión, donde parece inexpugnable. Y otra, aquella que saca a relucir cuando se aleja del Pizjuán. Mientras que en casa suma un 9 de 12 en puntos disputados -habría hecho pleno a no ser del tal Mateu frente al Barça-, a domicilio han cosechado cinco puntos de 15 jugados, convirtiéndose en el peor arranque como visitante del último lustro.
Dos empates, dos derrotas y un único triunfo es muy escaso bagaje para un equipo que aspira a Champions. Y eso que la temporada pasada con Marcelino sumaba los mismos puntos a domicilio a estas alturas, con cinco empates pero mejor gol average. La 2010/11, también sin Europa, el Sevilla que pasó de Álvarez a Manzano tenía 6 puntos tras cinco partidos como visitante. Dos victorias, en Levante y Málaga, lo hacían mejor que el de Míchel. Las dos campañas anteriores, con Jiménez en el banquillo, los de Nervión eran fuertes a domicilio. Nueve puntos sumaban en la 2009/10 con tres triunfos, y ocho tenían en la 2008/09 tras dos victorias y dos empates. Sólo en la 2007/08 se hizo peor que ahora. En la transición de Juande Ramos a Jiménez, con Champions y tras el malogrado suceso de Antonio Puerta, aquel Sevilla comenzó mal, desorientado. Tres puntos fuera de casa, con un único triunfo en Levante. Pero los dos anteriores años con Juande sí fueron mejores. Siete puntos en ambas temporadas. Así, Míchel tiene el deber de mejorar.
Con Caparrós eran otros los objetivos
Mirando hacia atrás en la última década nbs topamos con tres temporadas en las que Caparrós dirigió al Sevilla. Años de escasez económica. Sólo los acertados fichajes de Monchi y la ardua labor del técnico utrerano labraron un camino de éxitos. En aquellas tres campañas, Caparrós en la 2004/05 sí estuvo mejor que Míchel, con 5 puntos y mejor gol average. En las otras dos, 4 y 2 puntos, respectivamente.
