Hoy les podría hablar de la lotería de Navidad, que es lo que toca, pero no lo voy a hacer. Aunque anoche soñé en el manicomio con el número que va a salir fijo, he pensado no publicarlo para no crear demasiadas expectativas.
Además, ¿qué haríamos en La Isla con tantos billetes, acostumbrados como ya estamos a los recortes que nos están metiendo un día sí y el otro también para rellenar los boquetes que han dejado tantos sinvergüenzas como hay en España? Por tanto prefiero seguir aportando pequeños granitos de arena para hacerle frente a la maldita crisis. Ya sé que a este loco no le van a hacer ni puñetero caso, pero allá ellos, porque por estar loco de remate a mí me tienen seguro y bien cuidado entre estas cuatro paredes y aquí la crisis la notamos menos. Les cuento.
Hace unos días estuve en Londres a pasar unos días con mi hijo. Y como uno, cuando sale fuera, no hace más que pensar en la tierra que le vio nacer, pues esta vez, como siempre, también me acordé de La Isla. Estuvimos después en Greenwich y fuimos a hacernos unas fotos en el punto que marca el meridiano cero. Abajo pudimos ver un bonito barco atracado en el muelle: el Cutty Sark, famoso porque inspiró la marca de whisky del mismo nombre. Fue construido en 1869 en Escocia y fue botado el 23 de noviembre de ese año.
Fue destinado al comercio del té, que en aquella época era de mucha importancia, sobre todo en las líneas entre China y Londres. Después de jubilarse, hartito ya de surcar los mares, y tras varios años de trabajos y con muchos inconvenientes, incluido un incendio, hoy da gloria contemplar la obra que han hecho con él los ingleses. Lo han convertido en un fantástico barco-museo, al que se acercan muchísimos extranjeros y nativos, porque merece la pena visitarlo. Tenemos que partir de la base de que los hijos de la Gran Bretaña serán lo que sea, que lo son, pero conservando las cosas hay que morir con ellos.
Y digo todo esto, por lo siguiente. Aquí tenemos al Juan Sebastián Elcano, que fue botado en Cádiz el 5 de marzo de 1927 y realizó su viaje inaugural entre Cádiz y Málaga el 29 de febrero de 1928 llevando a bordo al Rey Alfonso XIII. Ha dado un montón de vueltas al mundo, ha entrado en innumerables puertos y en muchísimas naciones, ha llevado por todo el mundo una figura inconfundible.
Se le conoce por su bonita estampa de cuatro palos y sus blancas velas. Sin embargo, como todos tenemos un límite y los barcos no iban a ser menos, puede que esté próximo el día en que también el Juan Sebastián Elcano deba descansar.
Aquí el que no corre vuela y a la que destaca le salen novios por todas partes. Sería imperdonable que Elcano se fuera a morir a otras ciudades políticamente más influyentes y después de muerto se convirtiera en un reclamo turístico. Cada vez que ha dado la vuelta al mundo, ha venido a reparar a la Carraca y aquí ha pasado largas temporadas. Resumiendo lo que Elcano supone para esta ciudad, podríamos decir que es de la familia.
Y he pensado que habría que establecer ya conversaciones para preparar la jubilación de nuestro barco. Cuando vi el Cutty Sark, no pude evitar pensar en Elcano. ¿No sería bonito verlo como museo viviendo para siempre en uno de nuestros caños? ¿No sería un reclamo merecido para el turismo? Ya sé que aquí no se va a mover un dedo para traerlo a la tierra que curó sus heridas durante tantos años, que lo mimó y lo acurrucó entre sus brazos largas temporadas.
Se lo llevarán los catalanes, porque un par de veces pasó por allí y parece que gustó. Y después, cuando esté en Barcelona, aquí nos seguiremos quejando del paro que azota nuestra tierra. Si esto ocurre y a los cañaíllas nos da igual, es para darnos con un palo en lo alto del coco. Por lanzar ideas que no quede.