Pablo Gutiérrez (Huelva, 1978), ha sido destacado por la revista Granta como uno de los mejores narradores jóvenes en español y, sobre su novela ‘Democracia’ (Seix Barral), ha afirmado en esta entrevista que ha elegido este título porque es una palabra que “ha perdido su significado”.
Premio Ojo Crítico de Narrativa hace dos años, Gutiérrez es profesor de Literatura en el IES Juan Sebastián Elcano y ha explicado que ‘Democracia’ es “una comedia sobre nuestra tragedia social, y una ficción sobre la realidad que nos tocó vivir”. “Las novelas sirven para comprender lo que nos pasa, igual que los cuentos infantiles, cuando no somos capaces de entenderlo; vivimos en la incertidumbre, y la literatura se nutre de la inseguridad, del miedo y de la duda; también esta ‘Democracia’ lo hace”, ha advertido acerca de su obra y sobre su idea de narrativa.
—¿’Democracia’ pasará a la historia como la novela de la crisis?
—Se publican cientos de novelas al año, la bandeja de novedades de las librerías es una trituradora, y ‘Democracia’ será otra de las novelas que aparecen y desaparecen sin dejar huella salvo en algunos (pocos) lectores. Nada permanece, todo se esfuma. Y no está mal que sea así.
—¿Cómo afecta la crisis a la literatura?
—Como escritor, la crisis me afecta y me solivianta, y me obliga a escribir sobre lo que ocurre, sobre cosas que hace unos años ni siquiera habríamos imaginado. Esta desesperación, esta incertidumbre, esta sensación continua de estar siendo robados y estafados.
—¿Siempre escribe impregnado de actualidad?
—La burbuja financiera ha generado otra burbuja sociológica que hace que nada que no sea economía o crisis exista. También yo vivo dentro de esa burbuja.
—¿Se convierte uno en sospechoso por usar la palabra "democracia" en vano?
—La palabra democracia ha perdido su significado. Democracia significa soberanía nacional. Después de perder el dinero y la confianza en el futuro, es precisamente eso, la soberanía, lo que hemos perdido. Como en un nuevo feudalismo, hemos entregado la soberanía a poderes superiores que nos protegen de un infierno prometido. Sin rubor, nuestro Gobierno nos dice que toma decisiones que no querría tomar, que firma presupuestos que no desea; es decir, que obedece. El Gobierno obedece a otros, y nosotros obedecemos al Gobierno. No es un Gobierno propio, no es un Gobierno soberano, sino un Gobierno títere. Vivimos en un protectorado económico, sin independencia, sin soberanía nacional y sin democracia. Pensábamos que éramos ciudadanos, y ahora descubrimos que somos súbditos.
—¿De qué sirve escribir versos en las paredes?
—Depende de la pared. En la del Congreso, no estaría mal un poco de Gabriel Celaya o de Blas de Otero. Pero hay vallas que lo impiden.
—¿Entre sus alumnos hay aficionados a los versos?
—Sobre todo a los del hip-hop, que es el nuevo mester de juglaría.
—¿Qué literatura leen sus alumnos?
—La que les obliga el temario de la selectividad. Y hay algunos que hasta se dejan recomendar alguna cosa. "Juego de tronos", por ejemplo.
—¿George Soros sería un anarquista de derechas?
—Él prefiere definirse como un filántropo, un especulador a escala planetaria que asegura que su objetivo es la construcción de una sociedad democrática y justa.
—¿Quién le resulta más novelesco George Soros o Warren Buffett?
—Soros es un cínico, y el cinismo crea buenos personajes. Buffet es un trilero que creó una pirámide de jabón hipertrofiada.
¿Cree que a Soros le gustará descubrir que usted lo ha hecho personaje de novela?
—No lo sabrá nunca, pero creo que le haría gracia verse convertido en personaje de cómic. Tiene cara de eso.
—¿El drama más contemporáneo es el desempleo?
—El paro es un drama absoluto en una sociedad utilitarista que te dice "vales cuanto tienes, sirves cuanto produces". Los parados son un lastre para el sistema, son los residuos que ninguna planta de tratamiento acepta.
—En su novela hay citas bíblicas sobre la usura y el interés ¿a quién se las daría a leer?
—A los del club Bilderbeg.
—También enumera a desaparecidos ilustres como Kurtz, Fischer o Salinger, ¿es mejor desaparecer que aparecer?
—Quitarse de en medio. Cada vez más españoles lo hacen. Pero las hipotecas son cepos que te obligan a seguir empadronado donde no quieres.
—Su editorial dice que su novela es “incendiaria” ¿tiene vocación de pirómano?
—Las novelas también necesitan promoción, pero aunque sea un tópico no me parece una mala definición. En cualquier caso me gustaría que algo ardiera, sí. Algo o alguien