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Lo que queda del día

La frágil memoria de lo inmediato

Por la forma en que se ha despedido, parece que quien se marcha es alguien sin mérito conocido, por la puerta de atrás y sin más bagaje que el de su coyuntura profesional y el eco de las citaciones judiciales

Antonio Muñoz Molina se ha pasado los últimos meses revisando hemerotecas, pero no para consultar titulares de hace un siglo o dos, sino los de hace cinco o diez años, bajo la necesidad de constatar su asombro ante la propia debilidad de nuestra memoria o, peor aún, de nuestra “memoria de lo inmediato”, como él la ha llamado y sobre la que reflexiona en su nuevo libro, el ensayo Todo lo que era sólido. Como si fuésemos incapaces de poner en contacto hechos del presente con otros de un pasado aún reciente, recuerda noticias y acontecimientos que han pasado al olvido, arrancados de la memoria colectiva como si fuesen las hojas de un calendario caduco, pese a su trascendencia e influencia sobre la actualidad. “Lo que se fomenta es que se viva solo en el presente. Un presente que no se entiende, porque se hace creer que las cosas, tal como están ahora, han existido siempre”, relata el autor en una entrevista.   

Pueden constatarlo ustedes mismos. Acudan a un periódico de hace dos o tres años -tampoco tienen que irse muy lejos- y limítense solo a los titulares. Se encontrarán con iniciativas plenarias que han quedado en saco roto, con proyectos y anuncios que no terminaron de ver la luz, con promesas incumplidas -muchas-, hasta con pregoneros, artistas y jugadores de fútbol, por citar algunos ejemplos aislados, que ya ni recordarán que fuesen noticia en su día. Muchos de esos titulares no pasarán de ser una mera anécdota, pero en otros abundarán las contradicciones y, definitivamente, termina imponiéndose esa misma necesidad que tiene Muñoz Molina de alentar contra el olvido: “Recordar y contar lo que uno ha visto, esforzándose por no mentir y por no halagar y por no dejarse engañar uno mismo por el resentimiento o por la nostalgia, es una obligación cívica”.

La reflexión resulta muy oportuna ahora que Pilar Sánchez ha pronunciado su adiós del mundo de la política activa, porque no podemos olvidar que hablamos de la exalcaldesa de la quinta ciudad más importante de Andalucía, y aquí parece que quien se marcha es una concejala y diputada más, y que lo hace por la puerta de atrás, sin más bagaje ni equipaje que el de su coyuntura profesional y el eco persistente de sus citaciones judiciales.

Es así, tal vez, como consecuencia del propio sometimiento a los tiempos que le ha marcado su partido, también porque ella no se quiso marcar otros en su día, y aunque tampoco sea cuestión de dedicarle unas fiestas por la labor prestada, resulta decepcionante que para esa despedida solo contara con el respaldo de sus compañeros de grupo municipal y tampoco tuviera el ánimo para articular mucho más acerca de lo que significó para ella estar durante seis años al frente de la ciudad, a un lado las inevitables alusiones al orgullo por el cargo, la etapa personal que cierra y que abre, y sus mejores deseos para Jerez y el buen gobierno de la misma. “El tiempo te hace ver las cosas de otra manera”, dijo en su despedida: “Con aquella mayoría absoluta que teníamos era muy difícil entender la situación que se está viviendo, porque no había esa conciencia de crisis que existe hoy”.

No creo que la cita responda a esa “obligación cívica” a la que alude Muñoz Molina y en la que parece tener muy presente a la clase política española, en virtud del contexto en el que la circunscribe; todo lo contrario, resulta evidente que deja para los demás muchos espacios en blanco dentro de su hoja de servicio, puede que acorde con el vacío y el distanciamiento que ha ido marcando durante los meses que le ha tocado estar -que no hacer- en la oposición, pero también por no reavivar el fuego de las luchas internas con las que tuvo que convivir al mismo tiempo que se desmoronaba su propio proyecto político, y que, en definitiva, fueron las que, en un momento determinado -¿cuando le arrebató el proyecto de Zahav a Alcalá de los Gazules y todo lo que ello representa para el pizarrismo?-, precipitaron el final de una etapa que había comenzado haciendo historia para el socialismo en Jerez, casi tanto como el de su posterior derrumbe electoral. Lo contaron los periódicos en su día, y ahora también conviene tenerlo en cuenta.

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