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Ronda

“Hace treinta años había muchas más amas de casa que ahora”

Después de 30 años al frente de la Asociación de Amas de Casa, Pepita Gamero abandona la presidencia de este colectivo. Pretenden nombrarla Presidenta Honoraria

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Está claro que la sociedad ha cambiado en treinta años. Tanto que seguro hay quien pueda plantearse el sentido de una asociación de amas de casa arrancada ya la segunda década del siglo XXI. Nuestra protagonista, sin embargo, lo tiene claro: “Por nada del mundo quiero que desaparezca. Hemos luchado mucho por esta asociación, que es como un hijo que hemos parido. Por eso les digo a quienes vienen detrás que hay que seguir adelante, que no podemos caer ni olvidar todo lo hecho. Y estoy segura que nada de eso va a pasar”.

Pepita Gamero ha pasado los últimos 30 años de su vida al frente de este colectivo rondeño. Ahora lo deja. Sólo en lo que a la presidencia se refiere, porque seguirá como socia. Y es que han sido muchos años.

Vida tradicional la suya, Pepita dejó de trabajar cuando se casó, y no era para menos: debió criar seis hijos. Así que esta maestra de profesión, trabajadora hasta entonces en la Caja, se convirtió en la ama de su casa. Y fue cuando cayó enferma y conoció en un hospital de Málaga a quien se convertiría después en la mujer del conocido Paco de la Rosa, a Concha, tras lo que Pepita Gamero se puso al frente de la sucursal que se vino a crear en Ronda de la entonces asociación de amas de casa de Málaga, con la que Concha tenía contactos: “Y nacimos como una asociación de mujeres dispuestas a todo, especialmente a ayudar en todo lo que nos llamaban”.

Así, la Asociación de Amas de Casa tuvo siempre un marcado carácter solidario. Y aunque en sus primeros tiempos, “cuanto todas éramos más jóvenes”, no faltaron las excursiones y otras actividades de mayor dinamismo, “cuando nos fuimos haciendo más mayores nos acabamos convirtiendo, prácticamente, en una ONG”, relata Pepita Gamero.

De todo este tiempo recuerda con especial cariño sus colaboraciones con las campañas de Navidad de Cáritas: “Nos distribuíamos por las calles, toda una legión de mujeres pidiendo casa por casa. Algún año llegamos a recoger hasta un millón de pesetas”. Hoy por hoy, dos veces en semana, las socias siguen jugando un bingo benéfico; cada partida cuesta un euro, “antes poníamos duros”. Cuando llenan una hucha, ayudan a quien lo necesita: “Lo último ha sido comprarle una nevera a las monjitas de clausura de Cañete, porque no tenían donde conservar los alimentos, porque son muy humildes, y una lavadora a una familia que lo está pasando mal por culpa del alcohol”.

Pepita recuerda con cariño aquellos años en que su colectivo era el encargado de traer y llevar a las goyescas durante la Feria: “Ni veíamos a la familia ni nada. Goyesca para arriba, goyesca para abajo. Así todo el día. Pero eran ferias muy bonitas. Fue nuestra primera actividad cara al público”.
Tras todo ello, Pepita dice un adiós con la boca pequeña. No dejará de estar junto a un colectivo que lleva en su corazón. Que ahora tiene su sede en un local que acaban de alquilar en la calle Monterejas, recién trasladado desde la Avenida de Andalucía, y con nueva presidenta, la rondeña Remedios Gavilán. A Pepita la nombrarán presidenta honorífica por todo su trabajo.

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