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Jerez

Un estallido de luz inaugura la Feria de la supervivencia

El alumbrado recupera el modelo habitual después del ‘ajuste’ presupuestario del año pasado

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  • El alumbrado recuperado -

"¿De dónde saca, pa tanto como destaca?”. Hace apenas un par de semanas, un equipo de compañeros de la BBC se desplazó a Jerez con el objetivo de conocer de primera mano la situación socioeconómica de la ciudad. Habían leído y escuchado cosas - unas más ciertas que otras-, y querían contrastar debidamente esa información para elaborar un reportaje. En apenas un cuarto de hora me sentí sometido a un examen de historia contemporánea local en la que se planteaban cuestiones que en estos últimos meses han ocupado lugar preferente en el papel prensa.


Los hijos de la Gran Bretaña parecían satisfechos del trasvase de información, que en unas ocasiones despejaba algunas dudas y en otras afianzaba su sensación general del cataclismo económico que padece esta zona de la Baja Andalucía. Hete aquí sin embargo que uno de los interlocutores apreció que algo no terminaba de encajar en el puzzle depresivo dispuesto sobre la mesa. Para evitar confusiones entre las lenguas de Shakespeare y Cervantes, una intérprete terció poniendo en negro sobre blanco la duda del periodista británico: “No, que lo que quiere decir es que no entiende cómo la ciudad presenta tan buena imagen a pesar de todos estos datos”, me dijo.


Y fue ahí cuando ya no supe qué contestar. Transcurrió esta conversación en la terraza de un céntrico bar, en una de esas mañanas de poniente que nos ha regalado la segunda quincena del mes de abril, al amparo de varios locales comerciales en alquiler y de otros tantos en liquidación. Y el cuadro, que a mí se me antojó depresivo, a ellos les pareció salido de los pinceles del mejor artista del barroco español.


El intercambio cultural se me vino a la cabeza anoche, apenas unos minutos después de que el parque González Hontoria reventara de luz por obra y gracia de las 923.389 bombillas distribuidas a lo largo y ancho de los 104 pórticos, 176 arcos, 15 guirnaldas y 77 proyectores que dan forma al alumbrado extraordinario de la Feria del Caballo. De haber estado aquí anoche la expedición de la BBC, de seguro que habría recogido su rompecabezas socioeconómico de una ciudad en crisis. Faltarían demasiadas piezas para completarlo.

 

El ‘espejismo’ del mes de mayo


Jerez es, en Feria, una suerte de chica del diecisiete, aquella de la plazuela del Tribulete que retrató Boixader y cantaron Lilian de Celis, Olga Ramos o Marujita Díaz: “¿De dónde saca, pa tanto como destaca?”. Se quiera o no, sobre el albero del González Hontoria sigue habiendo poderío. Doce meses atrás, el Ayuntamiento más endeudado de España frenó el carro del desenfreno y recortó el gasto del alumbrado. Y apenas descolgado el primer farolillo fue la propia alcaldesa quien anunció que la Feria recuperaría este año su alumbrado tradicional. Dicho y hecho. El Real lució anoche como siempre debió. Incluso, en los días previos ya había encendido algunos de sus paseos laterales. Que no se diga.


Que tampoco se ponga en tela de juicio la seguridad de la Feria, de la que van a ocuparse estos días alrededor de 700 efectivos repartidos en tres turnos de trabajo. Y mucho menos la limpieza, que cuenta con un operativo que va a funcionar igualmente las 24 horas del día.


Y que a todo ello le acompañe un servicio especial de transporte público, que para eso Jerez pintó de azul (“se pinta el cielo de azul, al llegar la primavera...”) los autobuses que durante años sirvieron a los paisanos del oso y el madroño.


Fue a las diez de la noche  cuando la alcaldesa, María José García-Pelayo, acompañada de un nutrido grupo de niños, accionó el botón que encendió el alumbrado, quedando inaugurada la Feria. Ocurrió, por segundo año consecutivo, en la noche de un lunes que durante el día pareció más de resaca que otra cosa; y ante una verdadera multitud de jerezanos que volvió a cumplir con el rito de lanzar al aire una exclamación en cuanto el encaje de luz y color certificó que Edison, cuando inventó la bombilla, pensaba en el González Hontoria.


Y Jerez, la ciudad a la que baja la prensa nacional e internacional para contar aquella misma desdicha que podría narrar desde otro lugar cualquiera, vuelve a convertirse en la chica del cuplé, para envidia de sus vecinas. “Por eso a las vecinas/ les da por murmurar/ y, al verla tan compuesta,/ la dicen al pasar:// Dónde se mete/ la chica del 17/, de dónde saca,/ pa tanto como destaca...”.

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