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San Fernando

Se equivoca el alcalde

Lo que pretende no es más que demorar la solución definitiva. Y puede que al final el burro termine costando lo mismo.

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El alcalde de San Fernando ha apostado desde el principio por abrir el edificio del Ayuntamiento bajo la premisa de que no quiere un ayuntamiento nuevo, de no menos de diez millones de euros, sino el que se cerró en 2006 con los arreglos que sean necesarios.

Calcula que ese empeño va a costar unos seis o siete millones de euros, lo que no está nada mal teniendo en cuenta que no se trata sólo de repellar las paredes, meter cables nuevos y poner en marcha otras actuaciones de las llamadas a lavar la cara al edificio.

Y es que cualquier obra que se quiera hacer obliga, en principio, a reforzar toda la estructura, de ahí el precio. Todo apunta a que se está fraguando una mala gestión en la recuperación del primer edificio de la ciudad, perdiendo la oportunidad de optar por la tercera vía en la que el propio gobierno municipal ha estado trabajando con los redactores del proyecto. 


Esto es, la restauración por fases, comenzando por acondicionar dependencias para traspasar servicios y ahorrar alquileres, compensando con ese ahorro el gasto perentorio de la primera fase y ayudando al de las siguientes.

Peca, pues, de irresponsable el Gobierno municipal si pierde la oportunidad de recobrar la esencia misma del edificio que le han ido quitando el tabicado de urgencia, las reformas sin criterio y el sobrepeso de servicios.

Es más irresponsable aún esta opción si además se tiene en cuenta que no se va a conseguir el bien que se pretende, que es ponerlo en uso, por cuanto  el proyecto realizado por el estudio de Francisco Márquez ha tardado años en obtener todas las bendiciones y cualquier reformado del mismo va a tener que pasar por otro proceso administrativo largo, costoso y posiblemente, inútil si se intenta actuar en un Bien de Interés Cultural como si se tratara de un edificio común.

Haría bien el alcalde en replantearse la decisión porque lo que pretende no es más que demorar la solución definitiva. Y puede que al final el burro termine costando lo mismo.

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