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...y cómo aprender a no desaprender lo aprendido

Este sábado es el Día del Alzheimer. En AROAL nos cuentan cómo es el día a día de una veintena de enfermos que forman parte de su Unidad de Estancia Diurna

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Son las nueve de la mañana. Los nombres ficticios de Cristóbal o Auxiliadora nos sirven para narrar que a esa hora de un día cualquiera un autobús pasa frente a sus casas. Quizá recuerden adonde van. Quizá no. Nueve y media y huele a canela. Siempre canela. La Unidad de Estancia Diurna de AROAL ya está preparada para recibir a sus usuarios, una veintena de mayores, todos ellos enfermos de alzheimer, dispuestos a aprender: “Solemos decir para tranquilizar a sus familiares cuando dejan por primera vez aquí a un enfermo que esta es una segunda escuela. Si cuando uno es pequeño acude al colegio a aprender, aquí intentamos no desaprender lo aprendido”. Quien habla es Inma Becerra, la directora de la unidad. Batas rosa fucsia alejan al lugar de cualquier parecido con un centro sanitario.

Hace años AROAL adquirió una enorme responsabilidad, tomando las riendas de un centro en que los enfermos de alzheimer pudieran estar ocho horas: “Tras años y años de lucha y esfuerzos, fue un sueño decir a las familias que podrían recuperar su vida laboral, tener un respiro porque nosotros estaríamos con sus mayores”, relata Paqui González. Pero el sueño “se transformó en una pesadilla”. Es la cara menos amable del día a día, “la incertidumbre de no saber si estaremos mañana, si llegará dinero o no; si podremos pagar a quienes trabajan en la unidad o no”. La paralización de la Ley de Dependencia tiene buena parte de la culpa: “Nosotros somos un colectivo que regalamos nuestro tiempo y apenas tiene recursos más que los que conseguimos con la solidaridad de los rondeños. Necesitamos apoyo institucional, apoyo del Estado”, refería González. La dura realidad de la crisis, que nos hace topar de frente con la certeza de que son los más débiles quienes están pagando sus terribles consecuencias.
Nuestros amigos Cristóbal y Auxiliadora desayunan un sano trozo de pan con aceite, y después comienzan las actividades: “La terapia cognitiva, la que practicamos, tiene el mismo valor que las terapias con fármacos”. Inma explica que se trabaja con cada abuelo, y que la estimulación es absolutamente personal: “Reforzamos las capacidades que no han perdido, para que no las pierdan, para frenar la enfermedad”. Y los enfermos mecanizan movimientos; encuentran siempre información de cómo acudir al baño o cepillarse los dientes.

“El alzheimer será una pandemia”. La mayor esperanza de vida ataca a la memoria. Un hombre contra veinte mujeres en el centro: “Los roles siguen pesando en esta sociedad, y raramente una mujer nos dejará cuidar a su marido enfermo”.


AROAL necesita ayuda. Para que nuestros abuelos sigan recogiendo cada temporada los tomates o pimientos que cultivan en el huerto de la unidad. Para que Cristóbal pueda darse cuenta si Auxiliadora ha faltado algún día, milagros de las terapias. Para que los familiares dejen de chocar con enfermos cuyas vidas han pasado a estar en blanco.

En verde esperanza se esperan cientos de almas mañana domingo, desde las 10 de la mañana en la Alameda. Una marcha contra el alzheimer y en favor del alzheimer pide el apoyo de los rondeños para Cristóbal y Auxiliadora.

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