La pulga, como todos saben o deberían saber, es un insecto del orden de los dípteros, de unos dos milímetros de longitud, color negro rojizo, y largas y fuertes patas, que le permiten suplir, con sus grandes saltos, la carencia de alas. Cuando el DRAE se refiere a ella, sentencia: “Hay muchas especies”. Y muchas frases en el decir popular, donde la pulga juega papel protagonista. Una de ellas, “hacer de una pulga un camello o un elefante”, sirve para motejar a quienes ponderan los defectos ajenos.
Pues bien, Beatriz Osés no hace de las pulgas camellos o elefantes, sino cuentos. “Cuentos como pulgas”, es el título de su libro de “microrrelatos de animales”, ganador del “Lazarillo” de 2006, y que ahora edita Kalandraka con ilustraciones de Miguel Ángel Díez.
Vivimos un momento literario de auge del microrrelato, con convocatorias de galardones a ellos destinados y una tendencia del público lectora acogerlos y celebrarlos. No es extraño, pues, que esa prevalencia -si se me permite el vocablo- alcance el campo de la literatura infantil con libros como este, recomendado para niños de seis años en adelante.
Beatriz Osés, madrileña del 72 y actualmente profesora en Hornachos (Badajoz), sabe mucho de animación a la lectura y de innovación educativa, y ello se advierte en su escritura y en sus planteamientos de aproximación a los más pequeños, que a buen seguro disfrutarán de sus breves e ingeniosas narraciones. Como esta, v.g, titulada “La mariquita”: “La mariquita se apostó todos sus puntos en una partida de cartas. No tuvo suerte y salió del casino roja de vergüenza”.
La autora ha dividido su entrega en cuatro apartados: “Cuentos de agua”, “Cuentos de cielo”; “Cuentos de tierra” y “Cuentos de noche”; a este último pertenece el que he reproducido, y el que me permito transcribir a continuación, revelador de la ternura con que trata al feroz y temido emidosaurio: “Dieciocho dientes”: “El pequeño cocodrilo había perdido dieciocho dientes aquel día. Se acostó temprano, ilusionado y feliz… no podía dejar de pensar en el ratoncito Pérez”.
Menciono y ejemplifico la ternura, porque creo que un libro de esta índole necesita, además de la natural inteligencia creadora, algo más que unas gotas de aquel ingrediente. Además de mariquitas y cocodrilos, hay en este libro tortugas, osos polares, delfines, elefantes, jirafas, rinocerontes, lombrices cigüeñas, lobos (pulgas, si las hay, no las he visto, son tan astutas)…, y hasta una gallina capaz de poner un huevo cuadrado, del que emerge un diminuto hipopótamo.
Toda esa fauna entrañable, que por estas páginas desfila, dejando tras de sí una estela sorpresiva y empática, la ha dibujado, con originalidad y decididos trazos, Miguel Ángel Díez (Aspe, 1973), quien suma significativos reconocimientos en su trayectoria, y la misma ternura que vuelca en sus palabras Beatriz.