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Notas de un lector

La lira de Tirteo

José Félix Olalla acaba de dar a la luz un nuevo libro, diferente esta vez, pero no menos suyo: “La lira de Tirteo” (Ediciones Cardeñoso. Vigo, 2013), que luce este revelador subtítulo: “121 libros comentados”

Meses atrás, escribía yo en esta misma página de “Los signos del pentagrama”, libro con el que su autor, José Félix Olalla, había obtenido el premio “Villa de Benasque”, y en el que el poeta madrileño volcaba su devoción por la música y dejaba constancia en su verso de su doble presencia: esto es, la de los grandes maestros y sus obras, y la de su acordado decir, preso del ritmo que es esencia de todo poema. Escribía: “La música, esa piedra de afilar/ en la que la inteligencia se agudiza”…; y en otro momento: “Busca una palabra/ y la raíz de un verso escondido/ y encadénate a ella…”.

     No cito en vano. Porque José Félix Olalla acaba de dar a la luz un nuevo libro, diferente esta vez, pero no menos suyo: “La lira de Tirteo” (Ediciones Cardeñoso. Vigo, 2013), que luce este revelador subtítulo: “121 libros comentados”. Porque Olalla une a su condiciónde poeta, la de crítico responsable y tenaz. ¿Y no necesita un crítico aguda inteligencia y capacidad para ahondar en la palabra ajena y, llegado el caso, “en la raíz de un verso escondido”?

    La labor crítica -lo dice quien lleva ya muchos años ejerciéndola-, requiere, además, de lo apuntado, honestidad enjuiciadora y una paciencia lectora que permita abordar la obra que se comenta con el conocimiento necesario -de ella misma y de su género: prosa, verso- para afrontar razonamientos y opiniones sin vaguedades ni apresuramientos. El autor que pone su obra -fruto de un innegable esfuerzo- en manos extrañas, merece del crítico, si no obligada benevolencia, sí comprensión, sinceridad y respeto. Olalla posee esas virtudes. En una “Nota preliminar”, y en relación con el título elegido, recuerda que Manuel José Quintana recomendaba -ya en su época- que había que desenterrar “la lira de Tirteo”, aludiendo al “supuesto espíritu bélico del poeta espartano”; y añadía: “ese espíritu no me resulta familiar”.
Lo sorprendente -para mí, claro- es que dicho esto, reconozca en sus líneas finales, que tal espíritu “es necesario para todos los que deambulan con constancia y equilibrio por las calles de la querida república de las letras”. Y uno vacila a la hora de aceptarlo. Sinceridad obliga, dicho queda.

     En cuatro apartados encaja el autor esta muestra de su tarea crítica, ejercida a lo largo de más de dos décadas: “Novela”, “Poesía”, Ensayo y Teatro” y “Varios”. Hay que tener presente que la gran mayoría de estos textos fue publicada en la revista “Pliegos de Rebotica”, órgano de la Asociación Española de Farmacéuticos de Letras y Artes; justificadas, pues, están las palabras que Olalla inserta en su citada “Nota”: “Lógicamente, la revista es profesional y por eso se reproducen también aquí comentarios sobre libros que atañen principalmente a los farmacéuticos.
Lo que, al cabo, además de probar la versatilidad del crítico, confiera mayor amenidad al volumen.

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