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Alcalá la Real

Henk Van Der Reijd: \"¿Un sueño para el futuro? Un centro de dibujo en Alcalá\"

Con motivo de la exposición que, hasta el próximo 31 de agosto podrá verse en el Palacio Abacial, charlamos con Henk Van Der Reijd, popularmente conocido como Enrique \"El Holandés\", acerca de su vinculación con Alcalá, su pasión por el arte y sus proyectos de futuro

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  • Henk, en su exposición. -

Henk Van Der Reijd o, más llanamente, Enrique “El Holandés”, tiene ese don de lenguas tan común entre los habitantes de los Países Bajos, que nos hace sentir envidia. Nos recuerda un poco a su compatriota Cees Nooteboom, ese otro enamorado de nuestro país, del que alguien dijo que “sabe más de España que la mayoría de los españoles”. Enrique, como aquí lo llama todo el mundo sabe, desde luego, mucho de arte, y también, por qué no, de Alcalá. Son muchos los que conocen de sobra su historia, pero no está de más recordar que un joven Henk acabó en Alcalá la Real casi por casualidad cuando viajaba por España haciendo auto stop en el año 1962 en pantalones cortos, y después de que, en Barcelona, la Policía le obligase a cambiar dicho atuendo con otro más acorde para las concepciones morales de la época. Sin saber apenas nada de español, su aventura le había llevado por la costa mediterránea, enrolado con tres daneses, con los que llega a Granada, donde queda absorbido por el encanto de la ciudad nazarí durante seis días, mientras sus compañeros de viaje continúan camino hacia Málaga.

Tal vez la sensibilidad de Enrique le apartó de los típicos circuitos de sol y playa que ya comenzaban a hacer fortuna entre el turismo masivo, y optó por un itinerario mucho más desconocido hacia otra ciudad mítica del ideario español, como era Córdoba. Que se trataba de una ruta apartada de las guías y que el desarrollo estaba todavía de camino lo muestra el hecho de que “no hubiese apenas coches, si acaso uno cada tres cuartos de hora”. Cómo hemos cambiado. De esta forma se produce el descubrimiento accidental de Alcalá por parte de Henk, donde se encuentra con Miguel Contreras, el fundador de la empresa de autobuses, que en lugar de trasladarle a otro lugar, haciendo gala de su sentido de la hospitalidad, le lleva a su casa y le invita a comer, antes de enviarle en el autobús de las cinco hasta Alcaudete. Enrique recuerda como ese gesto de amabilidad con un chico desconocido que no sabía español le marcó y cimentó su ya inquebrantable relación con su familia, con otros amigos, ya desaparecidos como Juan Cano, Pedro Jiménez o Alfonso Ayerbe, y con otros muchos vecinos de nuestra localidad. Henk no oculta que el choque brutal entre la realidad de Holanda y la de España, sobre todo durante los sesenta y setenta, le produjo ya por aquellos años una curiosa mezcla de fascinación y extrañeza.

Recordado el encuentro con Alcalá, Enrique también nos habla de su primer encuentro con el arte, siendo apenas un adolescente, durante una excursión al parque nacional Hoge Veluwe, cerca de Otterlo, en su país natal, donde visita el célebre museo Kröller-Müller, uno de los más importantes reservas de la obra de Van Gogh a nivel mundial. A partir de ahí, el inicio de la pasión por conocer, por aprender que le lleva hasta la actualidad. Una afición centrada ante todo en el dibujo,  que es la culpable de que no sólo siga la evolución de muchos artistas, sino que atesore a día de hoy una colección que probablemente supera las 100 obras, repartidas entre Alcalá y Amsterdam. Ahora, en la sala de exposiciones del Palacio Abacial, podemos disfrutar de esta selección de obras en las que el hilo conductor son los sentimientos humanos, el amor, el cariño, la ternura, la sorpresa ante los sucesos de la vida. ¿Pero por qué esta fascinación por el dibujo? Henk reconoce la dificultad añadida de esta técnica: “Sí un pintor no está contento con la obra que está ejecutando, la puede cambiar, pero en el dibujo esto es casi imposible, tiene que ser bueno desde el principio, de lo contrario, hay que tirarlo”.


Henk nos invita a acercarnos al arte como instrumento que afila el alma, como algo cuyo principal fin es generar en nosotros más preguntas que respuestas. Lo logran, ciertamente, las obras que podemos ver, hasta el 31 de agosto, en el Palacio Abacial. Creaciones en las que el ser humano –su organismo, su figura, sus movimientos- está muy presente, desde la perspectiva de autores tan grandes como el mexicano José Luís Cuevas, cuyas obras se encuentran repartidas por algunos de los más importantes museos del mundo, incluido el MOMA de Nueva York o el argentino Antonio Seguí, verdaderos símbolos dentro del arte latinoamericano de nuestro tiempo, junto a los que encontramos una amplia nómina de valiosos artistas neerlandeses como Sarah Van Der Pols, Robbie Cornelissen o Sjef Henderickx.

Pese a los años, no podemos evitar despedirnos preguntando por el futuro. ¿Qué proyectos nos traemos entre manos? Henk nos reconoce que el suyo, su gran propósito crepuscular es el de crear un centro de exposición y formación especializado en el dibujo, que le gustaría que estuviera en Alcalá la Real, aunque su mujer, natural de la montaña palentina, sea más partidaria de hacerlo en el norte. “Me encantaría que aquí se hiciera ese centro de dibujo, para el cual yo estaría dispuesto a aportar al menos cien obras, pero debe hacerse a buen nivel, lo cual hace necesaria la presencia de alguien que sepa orientarlo”. Un centro de vanguardia, no sólo para la exposición, sino también para la enseñanza y la experimentación, algo de lo Henk nos señala algunos precedentes, incluso en algún lugar más pequeño que Alcalá. Un sueño que no suena nada mal.

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