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La OEA busca su lugar en un tiempo nuevo

"Dejar atrás la Guerra Fría", "convertirla en una organización del siglo XXI" y "hacer una gestión por resultados" son los mantras del nuevo secretario general, Luis Almagro. Todo para dejar claro que él ha venido a cambiar las cosas, de verdad

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La Organización de Estados Americanos (OEA), la única que reúne a todo el continente y la más antigua, está inmersa en un ejercicio de reformulación para encontrar su lugar en un mundo muy distinto de aquel en el que fue creada y frente al tiempo nuevo que abre el deshielo entre EE.UU. y Cuba.

"Dejar atrás la Guerra Fría", "convertirla en una organización del siglo XXI" y "hacer una gestión por resultados" son los mantras del nuevo secretario general, Luis Almagro. Todo para dejar claro que él ha venido a cambiar las cosas, de verdad.

A juzgar por su primera Asamblea General, reunida en Washington este lunes y martes con el "Presente y el futuro de la OEA" como tema central, Almagro parte con un amplio apoyo de los 34 países miembros para renovar la organización.

El reto es colosal, pero a su favor tiene la libertad que le da el haber renunciado de antemano a optar a la reelección, lo que le permitirá liderar la OEA durante cinco años sin la preocupación de asegurarse los votos para un segundo mandato.

No obstante, se verá obligado, como todos los secretarios generales antes que él, a hacer equilibrismos políticos para sacar adelante sus propuestas en un organismo donde cada país tiene un voto y donde el peso de las naciones de la Alianza Bolivariana (ALBA) ha reemplazado a la histórica hegemonía estadounidense.

"Ahora hay que ver si es capaz de mantener ese apoyo cuando comience a tocar temas sensibles", comentó a Efe una fuente diplomática.

La primera de esas delicadas cuestiones que tendrá que afrontar Almagro es la crisis política en Venezuela, con el Gobierno reacio a aceptar cualquier injerencia de una OEA que cree a la orden de EE.UU. y con los opositores pidiendo que no dé la espalda ni guarde silencio como, aseguran, hizo su predecesor, José Miguel Insulza.

La crisis en Venezuela no formó parte de la agenda oficial de la Asamblea General de la OEA ni se abordó en los diálogos privados de Almagro con los titulares de Exteriores porque, según las fuentes consultadas por Efe, a ningún país le interesa sacar este tema.

Sólo a preguntas de los periodistas Almagro se refirió directamente a la situación en Venezuela: ofreció la OEA para facilitar el diálogo entre Gobierno y oposición, la convocatoria de elecciones este año y la estabilidad tras los comicios.

En su discurso inaugural pronunció una frase que todo el mundo leyó en clave venezolana: "Como secretario general soy Gobierno y soy oposición", dijo, para asegurar que la OEA que él dirige escuchará a todas las partes.

De Cuba tampoco se habló apenas, ni en público ni en privado, porque la idea generalizada es que poco se puede hacer para que la isla vuelva a la OEA si el Gobierno de Raúl Castro mantiene su posición de absoluto desinterés, a pesar del levantamiento de la suspensión en 2009.

Sí hubo menciones a los "nuevos tiempos" que se abren con el restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos, y abundaron las felicitaciones por el hecho de que la isla participara este año por primera vez en una Cumbre de las Américas, en Panamá.

La sorpresa de la Asamblea fue el respaldo unánime que dio la OEA al Gobierno de Guatemala frente a la crisis política que vive, con una resolución que "rechaza toda ruptura del orden constitucional" en ese país centroamericano y pide mantener la fecha electoral del 6 de septiembre.

La propuesta, que no estaba en la agenda, la presentó Argentina el lunes y se aprobó ese mismo día de manera mucho más diligente de lo que suelen progresar estos acuerdos en la OEA.

El texto no gustó a los grupos de la sociedad civil que encabezan las protestas en Guatemala, que aseguran que fue promovido por el Gobierno del presidente Otto Pérez Molina para tener un "espaldarazo" internacional.

El otro éxito diplomático de la Asamblea se lo apuntó Ecuador al lograr que su candidato y presidente de la Corte Constitucional, Patricio Pazmiño, saliera elegido como juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos por 22 de 23 votos posibles pese al rechazo frontal que suscitó entre organizaciones de derechos humanos su candidatura, una de las más polémicas que se recuerdan en los 36 años de historia de la CorteIDH.

En la clausura de la Asamblea General, Almagro hizo una inusual lectura de titulares de prensa generados por el encuentro. La repitió en la conferencia con los periodistas. Quería mostrar que el cambio ya ha empezado. Que su OEA ya ha dado los primeros pasos para situarse, junto al resto de alianzas regionales, en este tiempo nuevo.

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