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La escritura perpetua

Sinfonía perfecta

Jordi Galcerán ha escrito una obra acertadísima en lo que antes se llamaba la carpintería teatral

El crédito’ ha vuelto ahora al teatro Maravillas de Madrid en su tercera temporada consecutiva y envuelto en el éxito. Jordi Galcerán, el autor, ha escrito una obra acertadísima en lo que antes se llamaba la carpintería teatral. Una situación insólita, diálogos ocurrentes, rapidez en la acción, y la capacidad de convertir lo inverosímil en algo perfectamente creíble. Teatro, en definitiva.
        Uno de los personajes (el interpretado por Luis Merlo) acude a una sucursal bancaria para solicitar un crédito. No tiene avales, ni bienes: sólo esgrime su palabra. El director del banco -Carlos Hipólito- deniega, naturalmente, el préstamo. Pero el otro argulle que, si no le concede el préstamo, seducirá a la mujer del director, y asegura ser un consumado experto en el arte de la conquista dado que cree “tener un don especial” y gustarle a las mujeres porque es “muy español”. El director telefonea a su esposa para avisarla. Lo empeora todo. Ella le recrimina que “haya puesto en peligro su seguridad” por solo 3.000 euros, el montante total del préstamo. La historia se desata a partir de ese momento.
     ‘El crédito’ une un texto extraordinario a una interpretación colosal, la de Carlos Hipólito y Luis Merlo, y una excelente dirección, de Gerardo Vera. También es elegante, atractiva y funcional, la escenografía, algo que ha decaído tremendamente en el teatro español desde la irrupción de la crisis.
     ‘El crédito’ es una farsa, una obra que conecta sus raíces con la tradición del teatro de humor español, con ecos de Miguel Mihura en la creación de situaciones, o de Jardiel en la capacidad para revolver todas las fichas que hay sobre el tapete para después recolocarlas desde lo imposible. Los diálogos son perfectos, sin adornos, sin juegos teatrales, tal y como se habla, construidos con el único objetivo de que el público los crea, se divierta, y todo lo que pasa en el escenario tenga ritmo. Porque ‘El crédito’ es un enorme divertimento. Uno de esos montajes que sobrevuelan la perfección, una de esas obras difíciles de encontrar en las carteleras actuales. Una delicia.

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