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‘La habitación’: Otro mundo es posible...

Potente, intensa, dramática, conmovedora, tan llena de carisma como terrible...

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Una joven y valiente mujer de apenas 26 años, confinada en un habitáculo desde los 19, construye un universo para su hijo, que acaba de cumplir cinco, dentro de ese mínimo espacio en el que transcurren sus vidas. Convierte todos y cada uno de los objetos cotidianos, todos y cada uno de los momentos del día, en una celebración, en un juego, en un acontecimiento. Hábitos y rutinas incluidos. Subvierte la aberrante cotidianidad en la que están insertos, en todo un microcosmos deseable y luminoso.

Incluso cuando la oscuridad se hace presente, ella le resguarda en el armario y le impide que tenga que sufrir lo que ella sufre. Mantiene, de cara al niño, incluso a la figura del villano dentro de los parámetros ‘normales’. Su firmeza es inquebrantable, sin embargo, no permitiendo a su carcelero el acceso a él. Hasta que el mundo exterior se va haciendo, en la conciencia del menor, cada vez más cercano y deseable. Entonces, hay que urdir un plan a la desesperada.

Producción irlandesa de 118 minutos de metraje, realizada por Lenny Abrahamson. El guión lo escribe Emma Donoghue, basado en su propia novela. La fotografía, que sirve perfectamente al relato, se debe a Danny Cohen. La partitura, de la que se puede decir otro tanto, a Stephen Rennicks. Entre sus muchos reconocimientos, estuvieron cuatro nominaciones a los Oscar, de las que se materializó la de Mejor Actriz a la espléndida Brie Larson.

El realizador ha sabido manejar muy bien el clima, el ritmo, el suspense, y las emociones, sin necesidad de exasperarlas, pero sin reprimirlas. Con una primera parte espléndida, llena de claridad entre tanta negrura, y una segunda más cuestionada, pero absolutamente necesaria. Una mirada la suya, también la de la autora y guionista, compasiva, lúcida y llena de comprensión. Una mirada la suya, que no carga las tintas en la maldad de un sujeto despreciable, descrito sin trazo grueso alguno.

Una mirada la suya, que rompe clichés al retratar, sin juzgar, las muy diferentes reacciones entre el abuelo biológico y la pareja de la abuela, una estupenda Joan Allen. Una mirada la suya que entiende la receptividad y el asombro del niño -un prodigioso, adorable, Jacob Tremblay- y la conflictiva catarsis de una protagonista tan herida y devastada, a la que le han robado siete años, al acceder a ese otro mundo, tan cercano como lejano, tras el cautiverio.

Potente, intensa, dramática, conmovedora, tan llena de carisma como terrible. Habitada por unas notables sensibilidad y sabidurías narrativas. Es una de las elegidas para debatir en nuestra próxima tertulia del miércoles, 6 de abril. Háganse el gran regalo de no perdérsela.

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