'Clásicas envidiosas’ es un juego, teatro dentro del teatro, una obra que busca el humor pero al mismo tiempo contiene una reflexión sobre la obra de Shakespeare y alguno de sus personajes, sobre todo los femeninos. Se estrenó en Madrid y ha emprendido una gira por España. En ‘Clásicas envidiosas’ se rebela Ofelia contra el triste destino que Shakespeare -o Chéspir como lo llaman estos personajes- le ha marcado en su relación con Hamlet, un tipo siempre lleno de dudas, de angustia, y poco dado a las emociones de alcoba. Ofelia se niega a suicidarse y exige matrimonio a Hamlet. Le demanda sexo. En parte empujada por la extraordinaria historia que su amiga Julieta le ha contado que vive con Romeo, quien la ha desvirgado a plena satisfacción.
El autor, Chema Rodríguez Calderón, parte de esta situación insólita para hacer reír al público y, también, para reflexionar desde el humor pero también desde el respeto sobre las tragedias de Shakespeare, “siempre llenas de muertos”. Incluso uno de los personajes se jactará de que en ‘Clásicas envidiosas’ sólo fallece un personaje, el padre de Julieta. Además, Ofelia se permite calificar a Shakespeare de “autor sin talento”, y frente al que está considerado como el mayor poeta de todos los tiempos, William Shakespeare, estas clásicas insolentes reivindican la calidad de la dramaturgia de Lope de Vega o de Calderón de la Barca.
Todos los personajes están interpretados por hombres, como ocurría antes en el teatro. El director, Juanma Cifuentes, da ritmo y alegría a la acción. Hay escenas que recuerdan a la comedia del arte, y otras que en su estética remiten a algunas obras de teatro de mediados de los 70. A aquel teatro que reivindicaba el crítico Moisés Pérez Coterillo en la revista ‘Pipirijaina’. O, en ‘Primer Acto’, el gran José Monleón, uno de los grandes críticos de los últimos 50 años, que falleció este verano. Su pérdida, para el teatro, es irreparable. Pero ‘Clásicas envidiosas’ es una obra que, tal vez, hubiera gustado a Coterillo y a Monleón, porque bajo su apariencia de humor lleva una carga de pólvora.