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Ni el Ártico se libra de los plásticos

Un estudio internacional que lidera la UCA confirma que la contaminación marina alcanza una escala global

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  • Investigación en el Ártico -

Un nuevo estudio constata que también el Ártico acumula grandes cantidades de este material, transportado hasta allí por corrientes oceánicas desde las costas de EE.UU. o noroeste de Europa.
Esta es una de las conclusiones de un estudio publicado en la revista Science Advances, en el que sus autores advierten de que los plásticos, con solo unas décadas de uso, se han convertido  en un serio problema con posibles implicaciones para la vida marina.

Por eso, los autores hacen hincapié en la necesidad de manejar correctamente la basura plástica en los lugares de consumo porque una vez que entra en el océano su destino puede ser impredecible.
Aunque el estudio concluye que el plástico flotante del Ártico representa actualmente menos del 3% del total mundial, su acumulación irá creciendo, por lo que los potenciales efectos de este flujo de contaminación son especialmente preocupantes, según las conclusiones aportadas.

Los autores, liderados por el español Andrés Cózar, de la Universidad de Cádiz, demuestran que, si bien el Círculo Polar Ártico alberga escasa población -esto significa que son pocos los residuos plásticos que allí se generan-, los mares de Groenlandia y Barents (al este de Groenlandia y norte de Escandinavia) albergan grandes cantidades de residuos plásticos, en concreto de microplásticos.
El trabajo surgió a raíz de otros estudios anteriores, en la Expedición Malaspina.

De hecho, la UCA ya publicó en 2014 un trabajo en relación a las grandes acumulaciones en las áreas templadas y tropicales. “Empezamos a colaborar con Tara  Oceans, que es otro programa de estudio global del océano, en este caso francés. Ellos se disponían a hacer una expedición en torno al casquete polar ártico, lo cual era un área muy interesante porque es difícil muestrear allí, y nosotros no la teníamos contemplada en nuestros datos”, cuenta el propio Andrés Cózar sobre el origen de esta iniciativa académica.  “Fueron sumándose colaboradores en función de las necesidades en la que fue derivando el estudio”, agrega.

Se incorporó de esta manera a expertos del Imperial College de London en temas de circulación artificial,  a especialistas en temas de navegación marítima, distribución global de población, y de otras materias.

Efectos
Una de las conclusiones más relevantes es que se confirma tras los sondeos es que la contaminación  marina ha alcanzado una escala global. “Sabíamos que la acumulación de residuos plásticos en latitudes tropicales, en latitudes templadas, donde se acumula la población global, pero ahora tenemos una confirmación de que esa contaminación se está extendiendo también hacia latitudes polares”, explica Cózar. “Pensamos que el océano era muy grande para dispersar nuestra basura y ahora vemos que  no es lo suficientemente grande para esconderla”, añade. Se trata de un dato muy significativo, ya que, como apunta el investigador, se prevé que la producción y el consumo de plástico continúe aumentando.

Paralelamente, Cózar llama la atención sobre que este material es “un contaminante muy persistente” que provoca “problemas crónicos”. Además, manifiesta que “se sabe muy poco” sobre el efecto que está teniendo o puede tener este material sobre el océano. Preguntado por este diario sobre los posibles efectos de este estudio en la opinión pública y las autoridades, opina que “esto será un indicio más  que se sume a lo que ya hay”, ya que expone que todavía existen reacciones incrédulas ante estas situaciones ambientales. “Mi obligación es informar de lo que está pasando y así lo estamos haciendo”, apostilla.

En cuanto a la dimensión internacional del hallazgo, el especialista analiza que la idea subyacente es que “hay un problema compartido, un problema global”.

“Si queremos solucionar el tema de la contaminación en el Ártico e incluso en otros lugares, no basta con que España, Estados Unidos o otros países hagan su trabajo bien, sino que debe haber acuerdos internacionales dirigidos a tomar un camino en común en relación a un uso sostenible de este material”, incide.

Estas iniciativas, a su juicio, deberían ir acompañadas de otras baterías de acciones. Además, enfatiza que algunos de los componentes contaminantes son sustituibles. “Ahí probablemente la prohibición sería la medida adecuada, compaginándola con otras como los incentivos”, sugiere. También pone sobre la mesa la sensibilización de los ciudadanos en gestos sencillos de alcance global: “todos estos problemas se solucionarían realmente tirando la botellita y el envoltorio al contenedor. Algo tan simple y tan difícil como eso”.

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