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Chiclana

Los motivos de la Iglesia para ponerle rostro a Dios... y uno más

Jesús Romero Aragón explicó cómo la paganización del cristianismo desemboca en el arte.

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Desde la palabra a la imagen, el largo camino que ha seguido el cristianismo desde el primer concilio o Concilio de Jerusalem hasta la actualidad y todo ello encardinado en unas fechas claves en las que la imagen es fundamental en las creencias.

Ese fue el tema de la conferencia pronunciada por Jesús Romero Aragón, director del Museo de Chiclana, en el auditorio del Centro de Congresos Cortes de la Real Isla de León dentro de la programación de la Real Academia de San Romualdo de Ciencias, Letras y Artes.    

Romero Aragón, sin embargo, se quedó en el principio, en el verbo que para él es fácil -o lo parece- y apasionado, que lo es sin ningún género de dudas.    

Sin más ayuda que la palabra consiguió en poco más de 70 minutos que se hicieron cortos, trazar un camino desde las enseñanzas de la Biblia, “un libro que nunca ha sido científico ni lo ha pretendido”, hasta los Evangelios.    

Con la palabra cuenta el Génesis -uno de los Génesis- que se presenta Dios a los hombres, con el “dijo Dios”, y sin imágenes que proyectaran a quien no podían ver ojos humanos, hasta que la llegada de Cristo provoca el dilema entre sus seguidores.    

La conclusión de aquel primer concilio, que interpreta que la salvación debe llegar a toda la Humanidad, hace que el cristianismo salga de un mundo de palabras y sin imágenes a un mundo pagano, acostumbrado a adorar a ídolos de todo tipo pero sobre todo, a representaciones antropomórficas de sus dioses.    

La paganización del cristianismo tiene que pagar, pues, el peaje de despojarse de su esencia y adoptar formas para transmitirlos a quienes no entendían que se pudiera creer en lo que no se ve y lo que no se toca.    

Con los siglos, esa paganización, la adopción de las imágenes incluso se convirtió en un activo más de la predicación hasta el punto de que la propia Iglesia, gestionada ya como ahora, garantizaba que no sólo acercaran Dios a los hombres, sino que produjeran sensaciones, sentimientos que consolidaran su fe.    

Esa era la esencia de la conferencia a la que Jesús Romero añadió el aditivo fundamental y que lo explica todo, posiblemente el mejor de todos. El arte.    

Sobre la escena de La Sagrada Familia del pajarito, de Murillo, el erudito chiclanero dibujó el por qué las imágenes tienen un doble sentido para los creyentes y sentido real para quienes no creen. El arte en sí mismo es suficiente motivo para ponerle cara a Dios. 

Por eso la elección del tema para estar fechas había sido perfectamente estudiada por la Real Academia de San Romualdo.

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