Rusia dio este año un paso de gigante para reinsertarse en el deporte mundial, tras tres años de ostracismo, con la rehabilitación de su agencia antidopaje, pero algunas modalidades como el atletismo o el biatlón siguen estando bajo sospecha.
La nueva investigación por dopaje abierta a mediados de diciembre contra cinco biatletas y cinco funcionarios rusos en Austria demostró que el proceso de reinserción será arduo, en gran medida porque a Rusia ya no le vale con ser honesta, sino que también debe parecerlo.
La Fiscalía austríaca comunicó en el mismo hotel en el que se hospedaban a los deportistas y funcionarios rusos que estaban implicados en una investigación de encubrimiento de dopaje en la que también está involucrada la Unión Internacional de Biatlón.
Los deportistas rusos, entre los que figuraba el campeón olímpico Antón Shipulin, habrían consumido sustancias prohibidas en una Copa del Mundo celebrada el pasado año en Hochfilzen.
Aunque los sospechosos pudieron abandonar el 17 de diciembre el país con destino a Rusia, Shipulin no dudó en denunciar una "caza de brujas".
El momento es inoportuno, ya que a final de año llegó a Moscú la misión técnica de la Agencia Antidopaje Rusa (AMA) que debía acceder al laboratorio antidopaje de esa ciudad, uno de lo criterios para la rehabilitación definitiva de la RUSADA.
Dicha misión, encabezada por el experto español José Antonio Pascual, debe analizar las muestras en poder del laboratorio, implicado en una supuesta trama para encubrir los positivos de los atletas rusos comparable a la de la desaparecida RDA, para detectar supuestas violaciones.
Entre los criterios que debe cumplir la RUSADA figura que todas las pruebas de dopaje que despierten sospechas deben ser reexaminadas antes del 30 de junio del próximo año.
Rusia bien puede cruzar los dedos, ya que cuando la AMA decidió dar una oportunidad a Rusia en septiembre lo hizo contra la opinión de la Comisión de Atletas de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF), que no acaba de fiarse de los rusos.
La propia IAAF ignoró la decisión de la AMA y mantuvo hasta junio del próximo año la suspensión que pesa desde finales de 2015 sobre la Federación Rusa de Atletismo (FRA).
Además del claro problema de imagen que tiene el atletismo ruso, la FRA aún no ha garantizado a la IAAF el acceso al Laboratorio de Moscú y tampoco ha saldado su deuda con la federación internacional.
El presidente de la FRA, Dmitri Shliajtin, admitió que el primero de los requisitos "llevará algún tiempo", mientras que los 2,7 millones que Moscú adeuda a la IAAF es un problema sin solución a corto plazo.
"Es una cifra importante. Debe haber patrocinadores y socios que nos ayuden. Por supuesto, también necesitamos el apoyo del Estado, sin el cual no iremos a ninguna parte", dijo, y agregó que ha solicitado a la IAAF un aplazamiento del pago por medio año.
Por todo ello, los atletas rusos seguirán sin poder competir con bandera propia en los Europeos de pista cubierta de Glasgow, en febrero próximo, y está en el aire lo que ocurrirá con los Mundiales de Doha, que se celebrarán entre la última semana de septiembre y la primera de octubre.
Menos de un centenar de atletas rusos podrán solicitar la participación el próximo año en competiciones internacionales bajo bandera neutral, marginación que, de prolongarse, puede herir casi de muerte al atletismo nacional, según los técnicos.
El presidente ruso, Vladímir Putin, ha prometido crear "uno de los mejores sistemas antidopaje del mundo", aunque no dejó de lanzar pullas al doble rasero de las organizaciones internacionales.
"Sí, por supuesto, fuimos testigos de fallos en nuestro sistema antidopaje, pero quiero destacar que ese no es exclusivamente nuestro problema. Esos fallos demostraron la evidente imperfección del sistema antidopaje internacional", destacó.
Putin insistió en que "se necesitan unas reglas únicas, transparentes, justas y ecuánimes para todos los atletas" teniendo en mente las legislaciones nacionales y las posturas de las federaciones deportivas.
Y es que los rusos no se cansan de recordar las exenciones médicas de los biatletas noruegos, que, según los rusos, padecen en su gran mayoría de asma.
Rusia tendrá que andar con pies de plomo los próximos años si quiere limpiar definitivamente su imagen de paria del deporte mundial, ya que cualquier fármaco cardiovascular como el famoso Meldonium o el simple uso de amoníaco por parte de los futbolistas rusos en el pasado Mundial puede echar por tierra su reputación.