Uno en Albacete tuvo la idea peregrina de querer robarle a un Guardia Civil fuera de servicio. Cuando lo detenían los nacionales dio los datos de su hermano, para confundir a la cuadrilla. Pero la cuerda ya estaba amarrada a su epiglotis desde que vio al Guardia Civil y quiso echarte un "tute" a su cuenta.
No sabremos si al hermano del planificador se le quedó la misma cara de pasmado que a los albañiles que- en Valdelagrana -hacían la reforma de una casa cuando se vieron rodeados por la policía. Era por el niño de los vecinos de enfrente( de 25 años) que trapicheaba con armas para los narcos. Encontraron de todo en el registro, hasta costo, porque los de Algeciras pagaban en especia.
Pobres padres de la criatura que pensarían que ya lo tenían quitado de pasmos y tropelías. Con su sótano en uso exclusivo para hacer componendas para los narcos y los progenitores tan ufanos ellos -en el piso de arriba- sin que les quemara la oreja.
Si les debería de arder a “los sembradores” que usan la inocencia de los que sacan dinero para engañarles, haciéndoles ver que se les ha caído un billete. Luego les apalancan la tarjeta de crédito que se dejaron olvidada en la ranura, que no hay máquina que no la exponga para "meteysaca" de efectivo y plastificado.
Estamos rodeados de mangantes, violadores y homicidas, solo que no les vemos la jeta porque se disfrazan de vecinos de 25 a los que ponemos de ejemplo a nuestros hijos, apalancados en nuestro hogar porque no acaban de ver futuro. Y es que no lo hay más allá de pagar y que te estafen, porque cuando vas al hospital -porque estás enfermo o trabajas en él o eres alumno de la UCA -si dejas un momento la bolsa en la zona restringida al volver te habrán robado, dejándote sin dinero para la vuelta y muy furioso. Y es que la vida es cambiante como la perspectiva que nos enseñaban en Barrio Sésamo , consistente en combinar los vértices de nuestra existencia con los que interaccionan con nosotros. Aquellos de “es mi abuela”, “mi madre” o “mi profesora”, ahora se ha convertido en “es mi proveedor de armas”, “mi cliente” o “mi hijo”, porque hemos crecido en vandalismo, en idioteces y en sinvergüenzas.
El hermano del que quiso echarle envite al Guardia Civil en el cajero automático debe estar deseando que lleguen las Navidades para hacer una cena en familia. Lo mismo invitan al guardia civil y le explican la jerga del despiste. El niño de los 25 podría darles lecciones de cómo se afana más si estás preparado, porque ya saben que los que más nos roban siempre llevan guante blanco y- cuando lo hacen- ni te quejas, ni escritos valen. Callamos, amordazados desde la cuna. Acostumbrados a tragar teta de potro de madera. Nos mataron el hambre de justicia y ahorra nos roban los fondillos, con mucha picaresca.