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Escrito en el metro

Tiempo de pejigueras

Por extensión de forma coloquial esta palabra la usamos para cualquier acción molesta e improductiva, que solo causa problemas

Publicado: 06/06/2019 ·
12:22
· Actualizado: 06/06/2019 · 12:27
Autor

Salvo Tierra

Salvo Tierra es profesor de la UMA donde imparte materias referidas al Medio Ambiente y la Ordenación Territorial

Escrito en el metro

Observaciones de la vida cotidiana en el metro, con la Naturaleza como referencia y su traslación a política, sociedad y economía

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Entre las grietas de una acequia del Guadalhorce crece una planta con hojas parecidas a la de un melocotonero. Su nombre científico es Persicaria, nombre respetado que ya le daban nuestros antepasados romanizados y que derivó hasta la actualidad como pejiguera. Una yerba indeseable por los agricultores porque cuanto más se arranca en los cultivos brota con más fuerza, además de carecer de más utilidad que atraer alimañas con los aromas hediondos que emite, como su vecina Vulvaria, conocida como meaperros o yerba sardinera. Una muestra más de la sabiduría vegetal que antecedió en la evolución a los humanos y sus conductas. Por extensión de forma coloquial esta palabra la usamos para cualquier acción molesta e improductiva, que solo causa problemas y pone más difícil solucionar cualquier situación desagradable. Perfecta simbólica de una planta para definirnos en una sola palabra determinadas personalidades individuales o colectivas. Sufrir a un pejiguera es un calvario que extenúa y arrastra en su persistencia hasta la cólera.

El lunes pasado fue un inusual lunes postelectoral, muy distinto de aquellos de otras épocas en donde corrillos de tertulianos de a pie exponían sus análisis y profetizaban con mayor o menor acierto el futuro que vislumbraban.  De hecho ese día tan solo practique este sano ejercicio democrático de contrastar opiniones con mi buen amigo y magistral analista político Ángel Valencia. Con su elogiado tono suave recaba mi atención en el importante momento para nuestra democracia de esta nueva prueba de madurez, una más, ante la panoplia de partidos y colores que deben alcanzar el sublime momento de los pactos, base de la importancia de una forma de respeto de la voluntad popular. Concluimos en que la base para alcanzar unos buenos acuerdos y pactos que beneficien a nuestra sociedad estará en que esos asesores, analistas o pedigüeños consejeros no ejerzan de pejigueras colocando un pero en medio de cada frase. Ya se sabe que cuanto antecede a un pero no tiene más validez que la de endulzar con engaño la propuesta. Un agricultor ecológico amigo me indica que la mejor manera de evitar los daños de la Persicaria es no hacerle caso.

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