El Sheriff regresaba a las tablas y lo hizo con un grupo de dependientes de gasolinera que, con mucha guasa, ayudaban a repostar a todos aquellos que se acercaban.
En el primer pasodoble reconocieron haber echado de menos el carnaval y que por ello, entre otras cosas, regresaban a las tablas. El segundo, como no podía ser de otra forma, fue dedicado, de una manera muy emotiva, a la Petróleo.
La tanda de cuplés, geniales, fueron para el aparcamiento en Cádiz y para el sexo con su mujer. Un muy buen pase culminado con un buen popurrí.