La chirigota del antiguo grupo de Juan Carlos Aragón fue la penúltima agrupación de la novena sesión de clasificatoria y llegó con un tipo de Dios para paliar los pecados de la sociedad gaditana.
La tanda de pasodobles la comenzaron con una letra dedicada al carácter del gaditano, a veces “chufla” y a veces “un señor”. El segundo, en cambio, fue para criticar la educación religiosa a la que están sometidos los jóvenes españoles.
Los cuplés, por su parte, fueron para los nacionalismos y para un albañil que, además, es gigoló. El popurrí, con muy poca vergüenza, sirvió para mantener el marcado estilo del grupo.