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Curioso Empedernido

Horizontes y caminos

Comienzan a vislumbrarse líneas claras de esperanza, en el horizonte gris de la actual crisis económica, y en un paseo espacial y desde las alturas podemos llegar a vislumbrar la luz a una situación en la que estamos más cerca de la esperanza, y más lejos del pesimismo que las voces agoreras pregonan, intentando encontrar nuevos caminos para aplicar remedios a problemas que nosotros no hemos creado, pero de los que estamos siendo las principales víctimas. Encerrarnos y embriagarnos en el lamento, sólo nos conduciría a mantener la incertidumbre y a propiciar que gran parte de aquellos que puedan traspasar la cancela del miedo y permanecer escondidos detrás de la mata, no den un paso adelante para dinamizar el mercado, y todo el mundo esté esperando al que el otro mueve ficha.


Tal vez tengamos que contemplar la realidad con otros ojos, otras miradas, despojándonos de lentes y lentillas, de postizos, pelucas y tocados, y que esas nuevas visiones nos iluminen para a través de un viaducto mágico, adoptar valientemente nuevas medidas para los tiempos que se nos avecinan.

Casi todos nos interrogamos, cuales son las respuestas a tantas preguntas, que nuestras mujeres y hombres de lo público se hacen, sin ser capaces de encontrar respuestas a nuestros problemas y dando más la impresión de hallarse imbuidos en mundos lejanos.

Casi como en un mercadillo, no sé si se enteraran que lo único que pretendemos es que aprovechen esta oportunidad, y en lugar de hacernos perder el tiempo con inútiles discursos interminables, unan sus ideas, voluntades y esfuerzos y empujen todos en la misma dirección, arrimen los hombros, y vean que son momentos de sembrar y esperar que las semillas den su fruto cuando maduren.

Vivimos tiempos revueltos, en las casi todos se tientan las ropas, empezando por quienes siempre han dicho la primera y la última palabra desde la sombra del poder, las entidades financieras, que si antes nos perseguían por todos los rincones para ofrecernos el oro y el moro y prestarnos nuestro dinero a un buen precio, ahora no te dan ni la hora.

Antes íbamos a toda velocidad, fuera cual fuera nuestro coche y es que todos nos animaba a la prisa, pero en los tiempos que corren le hemos de echar cuatro ojos a lo de la conducción e incluso yendo despacito no podemos perder de vista el retrovisor, por que por menos de un quítame estas pajas, nos empluman de cien euros para arriba y nos quedemos con menos puntos que el farolillo rojo de cualquier liga del balompié.

Recorremos muchos kilómetros sin pararnos en reflexionar que cada uno de nosotros es único, que además tenemos, aunque en ocasiones no lo creamos, la capacidad de escoger, elegir y decidir, que por muchos obstáculos que nos coloquen en el camino, somos capaces de alcanzar el objetivo. Tenemos la capacidad de adaptarnos a nuevas situaciones y la posibilidad de comprender el mundo que nos rodea por muchas pantallas y espejismos que nos coloquen entre nosotros y aquello de lo que estamos convencidos, y que lo que nunca debemos perder es el respeto a nosotros mismos, sino es que nos han puesto un precio, y alguien nos puede comprar. Entre la pereza y el desdén, las telarañas mentales y las casposas actitudes de actores mediocres, que intentan robarnos el protagonismo ciudadano, hemos de saber avanzar sin huir, ni retroceder, sin ceder, ni pestañear, aceptando nuestros fracasos y siendo conscientes de nuestras limitaciones e imperfecciones, sin caer presos de su apresuramiento que favorece la indeferencia hacia los problemas de los demás.

En definitiva, la vida y las sinuosas leyes del destino, nos enseñan lo que de machadiano tiene nuestra existencia, y es que por mucho que nos empeñemos en nuestros afanes de caminantes, no hay camino, sino hacemos camino al andar, y que no por demasiado madrugar amanece más temprano, ya que hemos de darle tiempo al tiempo., para que no nos ocurra lo que decía Manuel Gutiérrez Nájera, que se nos convierta inevitablemente en barrendero de ilusiones.

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