Todos tenemos diferentes miradas sobre lo que nos rodea y sobre los demás, y según quien nos juzgue o vea su percepción y opinión será muy diferente, como lo son su curiosidad y su ingenio.
Lo más importante es evitar el encerrarnos en nosotros mismos, generalizar desde la ignorancia y abundar en juicios apriorísticos, entre arranques y paradas.
No ser capaces de despegarse de la realidad ni de liberarse de ciertos prejuicios, entre invasiones de los demás y evasiones de nosotros mismos, nos sitúa como rehenes del yo y el mí y no nos colocamos en el nosotros que tan necesario resulta para salir de un bucle que nos condena a prescindir de la fantasía.
Debemos superar el miedo a lo nuevo y tener mucho cuidado en creernos que lo sabemos todo, y nos sentimos obligados en convertir cada una de nuestras acciones en un hecho extraordinario para que el resto de la humanidad reconozca nuestro talento.
Entre arranques y paradas, no debemos caer en la tentación que todo es bueno y que a toda persona hemos de decirle que SI. Ni podemos convertir nuestra realidad en un espacio llenos de flores y colores maravillosos ni en un campo de batalla sembrado de destrucción.
Estamos llenos de imperfecciones, y es fácil que caigamos en trampas en nuestros arranques o en farsas en nuestras paradas. Así resulta un teatrillo el que nos involucremos un día en causas justas, para olvidarnos al siguiente y comportarnos de manera miserable.
A veces nos gustaría detener el paso del tiempo, convertir los objetos que vemos en obras de arte y mejorar la vida de la gente para que cada momento sea distinto y único., para lograr expresar nuestras emociones de manera clara que nos planteen nuevos lenguajes y caminos.
Las cosas fáciles, nos llevan a grandes placeres y acostumbrarnos a tiempos imposibles y espacios cambiantes. Entre luces que arrancan y sombras que se paran nos desnudamos por dentro y nos vestimos por fuera, nos distraemos con el vuelo de una mosca y nos concentramos a pesar de todo el ruido imperante.
Hoy como cualquier otro día, las cosas nos pueden salir bien, a contrapié o a contramano, entre apagones y encendidos, prolongaciones y acortamientos. Mantenemos el espíritu en alza, mientras nos llega lo que anhelamos y nos hará felices.
Si somos capaces de estar hábiles con las palabras y logramos ser pacientes, suaves y persuasivos, compartiremos con otras personas una pasión que es una manera diferente de ver la vida, que nos abrirá desafíos y nuevas fronteras, luchando con nosotros mismos para creérnoslo y sacar todo el rendimiento.
Es muy difícil por mucho que arranquemos y paremos estar a la altura ante los retos, como desaparecen playas, esperamos que ocurra algo, pero solo escuchamos canciones negras, farfollas, prepararnos para lo peor, mirar las cosas con lupa, conseguir innovaciones y creatividades.
Hay sueños recurrentes e imágenes fantasmagóricas que nos asaltan sin darnos ninguna explicación. Ocurre con algunas canciones como una que se recoge en la última obra de mi buen amigo Pepe de Lucia “Un nuevo universo” y que titula “Alejandro hermano mío” y en una de las estrofas apunta “Alejandro hermano mío /Somos flamencos perdíos/ Yo te quiero con el alma/Y con el corazón “partido”