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El Madrid que todos quieren ver

El Barça-Madrid de esta jornada ha dejado diferentes conclusiones, aunque la más importante apunta a que el segundo ha salido reforzado del encuentro, entre otras cosas porque no se llevó los tres puntos por los aciertos, primero de Valdés, y después, hasta en tres ocasiones, de Puyol, que sigue viviendo cada uno de estos choques como una gran final europea.

Sin duda, el Madrid de este domingo es el que desean ver sus seguidores cada jornada y en cada competición, lo que hace más incomprensible aún la actitud del equipo en la pasada eliminatoria copera ante el Alcorcón. Permanecen, eso sí, las dudas sobre la necesidad de alinear juntos a sus fichajes estrella de la temporada (Ronaldo, Kaká, Benzemá) para consolidar la temida tripleta atacante diseñada para este año, pero por conducta, disposición y estrategia, el equipo merengue estuvo muy por encima del Barça de Guardiola en determinados momentos del partido.
Sin embargo, del mismo modo que Pellegrini mostró una tarjeta de presentación intachable, Guardiola supo tomar nota antes del descanso y reordenar las funciones en un equipo atascado y menos incisivo que en anteriores encuentros. En esa batalla estratégica se decidió un partido que pudo haber caído de cualquiera de los dos lados y que, en última instancia, hasta pudo remachar Messi tras un excelente pase de Alves. No se entienden, por otro lado, determinadas debilidades, como las de Pellegrini por Marcelo o las de Busquets por las tarjetas, en ambos casos consecuencia de una falta de madurez que resulta más grave en el primero que en el segundo caso. En cualquier caso, lo que ambos conjuntos pusieron de manifiesto fue la sensación de haber asistido al mejor encuentro de fútbol que puede presenciarse en estos momentos en todo el mundo; algo que no debería extrañarnos ante la coincidencia sobre el terreno de juego de seis de los diez candidatos al Balón de Oro de este año.
El ejemplo del Wigan La pasada semana el Wigan de la Premier League inglesa cayó derrotado por un vergonzoso y apabullante 9-1. Sin embargo, el resultado no fue el único gran titular que deparó el encuentro. Un par de días más tarde, la plantilla del equipo acordó abonar de su bolsillo las entradas pagadas por sus seguidores para resarcirles del bochorno experimentado. Cuánto daríamos por ver el mismo gesto en un equipo de primera línea tras debacles similares -no hay que irse muy lejos-.

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