La letra de Blas Infante, a pocos días de su interpretación en la conmemoración del Día de Andalucía, no puede ser más actual. Paz y esperanza bajo el sol de nuestra tierra es el mejor de los deseos que se puede proclamar en este inicio del siglo XXI, cuando sufrimos el combate de la pandemia y el de los carros de combate rusos en Ucrania.
Toda Europa mira con horror la decisión de Putin, y Andalucía no puede ser ajena a esa preocupación. Primero, porque en nuestra comunidad residen unos 17.800 ucranianos, que contemplan con espanto lo que ocurre en su país y las consecuencias que la acción militar del autócrata ruso tiene en la vida de sus compatriotas. Segundo, por la evidente presencia de bases de uso conjunto hispano-estadounidense en territorio andaluz. Rota y Morón deben ser motivo de preocupación ante un conflicto armado recién iniciado y cuya evolución y magnitud es desconocida en estos momentos. Sin olvidar, la base británica de Gibraltar cuyo control, además, le es ajeno a las autoridades españolas. Y, tercero, por las consecuencias económicas que ya son una realidad. No solo por las pérdidas masivas en las bolsas europeas, también por el incremento de los precios de los carburantes y el gas en un momento en el que la inflación empobrece a buena parte de la población andaluza.
Se abre, por tanto, un escenario que deja pocas aunque algunas certezas. Se ha producido un ataque a un país libre, que había sido anunciado pero no pudo ser impedido. La mediación europea, una vez más, ha sido más testimonial que práctica. La vida en el Viejo Continente ya no será igual ya que las consecuencias de la acción rusa pueden ser catastróficas sobre todo por la pérdida de vidas humanas, pero también por el millón de refugiados ucranianos, que está previsto se desplace a los países europeos de su entorno. Putin ya se anexionó por la fuerza la península de Crimea. La pasividad de la comunidad internacional ante aquella violación de los derechos humanos ha dado alas al sátrapa ruso, que acaba de zarandear la estabilidad mundial en un escenario de desastre bélico por el que deberá responder ante los tribunales de justicia internacionales.