En esta era que estamos viviendo, entre despropósitos incontrolables y bloqueos paralizantes. Resulta inevitable y razonable pensar que hay ocasiones y situaciones en las que el político ha de ser cauteloso, y no se pueden falsear datos para despreciar a otros, ni convertirse al negacionismo por intereses económicos o capitanear la bronca y la catástrofe.
Quien ostenta una responsabilidad pública ha de redoblar su prudencia ante la realidad cambiante, movible y dinámica, a la hora de expresar su opinión, hacer declaraciones sobre un argumentario que nada tienen que ver ni con la realidad ni con las demandas ciudadanas.
Pensaba que paso a paso el PP dejaría esta estrategia de la mentira, la confusión y la confrontación, que llega por parte de sus dirigentes de la mano de Feijóo hasta las actitudes más antipatrióticas, como el veto a una española para ser Vicepresidenta y Comisaria como Teresa Ribera, de reconocido prestigio en foros internacionales. No hay quien les entienda, que continúen ustedes con el estribillo que “lo que es bueno para España , sea malo para ustedes”
En lugar de sumar esfuerzos, por bien de nuestro País, se dedican a abrir viejas heridas. El sentido común , en muchas de sus actuaciones demuestra ser el menos común de los sentidos , y les conviene si aspiran a ser un partido de Estado , a coger el camino de la reflexión y no sembrar el odio , por las diferencias políticas , y dedicarse a abortar los asuntos públicos que son beneficiosos para la mayoría social.
No corren buenos tiempos para la política, y diariamente asistimos a la práctica cotidiana del insulto, la descalificación. la injuria o la ofensa personal, donde debería emplearse el análisis , la rigurosidad , la madurez y la capacidad de diálogo en el intento de solucionar los problemas reales de los integrantes de la comunidad .
La dialéctica política puede ser dura, consistente, inexorable, incluso cruel en ocasiones, lo que no puede ser es la expresión de una permanente locura sin sentido que aparezca como una bufonada individual y colectiva, que entretiene, divierte y genera desconfianza en los ciudadanos hacia sus elegidos.
Este ejercicio de sensatez, paso a paso, que por obvio y evidente no necesitaría excesiva argumentación, he de confesar que es el menos frecuentemente practicado por algunos responsables de las instituciones y organizaciones políticas.
Ser testigos y víctimas del bochorno cotidiano que la actuación del PP produce dentro y fuera de España, en el que incurren con frecuencia en el ridículo, entre la vergüenza y el descrédito, dando del conjunto del país, una imagen de además de no merecernos, resulta disparatada y que todo sirve con tal de desviar el foco y la tención fuera del verdadero responsable de una gestión nefasta de la DANA, el señor Presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón.
Pero el PP, no entiende otra forma de praxis política que el está conmigo o contra mi, considerando enemigos a todos los que no comparten su credo, a los que no piensan como ellos, lo que provoca no solo una seria preocupación en cualquier demócrata , sino que exige del conjunto de la ciudadanía una posición activa y valiente, una actitud , lejos de cualquier medio o condicionamiento , donde desde la libertad de expresión , movilizamos el tejido social , recuperamos el derecho a pensar y actuar como nos da la gana , sin que ninguno de los ojos y oídos al servicio de la derecha , tenga que aprobar o aceptar nuestro comportamiento.
